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Quo Vadis? de Henryk Sienkiewicz
En ella se libraba una lucha interior que se hacía más penosa cada día... Hubo de confesarse que la presencia de Vinicio se le volvía indispensable, que su voz seguía siendo querida y que debía reunir todas sus fuerzas para resistir al deseo que tenía de permanecer junto a su lecho. Cuando se acercaba a él y lo veía radiante ante su presencia, su corazón se llenaba de gozo. Un día vio rastro de.lágrimas en sus pestañas y por primera vez se le ocurrió que podría secarselas a besos.
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