Stas Y Nel. A Través Del Desierto Y La Selva de Henryk Sienkiewicz
Y al pensarlo, una gran amargura se apoderó de él, porque se daba cuenta de que, si no fuera por Nel, hacía mucho que habría huido o habría muerto. Sólo por ella había sufrido todas aquellas penalidades, y ¿cuál fue el resultado? Que, después de padecer todos aquellos tormentos y el hambre, se presentara ante él con miedo y vacilante, como si fuera otra y no su pequeña hermanita, la que levantara hacia él los ojos, pero con sorpresa y temor en vez de confiadamente. Stas se sintió de repente muy desgraciado. Por primera vez en su vida había comprendido lo que significaba sentir verdadera pena. Los ojos se le llenaron de lágrimas involuntariamente y, de no ser porque no estaba bien que “un valiente guerrero” se echara a llorar, tal vez lo hubiera hecho.
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