Diario de mi vida durante la Revolución Francesa de
Grace Dalrymple Elliott
Lo mas que se le permitió a la reina, como si de un gran favor se tratase, fue que la acompañasen en su cautiverio el Delfín, Madame Royale, Madame Elizabeth y Madame de Touzelle. Sabemos que eran infelices. No me extraña aue lo fueran porque bien sabemos, igualmente, que a la reina no se le dispensó el más mínimo tratamiento de respeto. Muchos de los que meses antes mordían el polvo si era preciso, para besarle los pies a la reina, ahora le escupían al pasar a su lado.