Sin alma de Gail Carriger
—¡Qué horror! —intervino Alexia, incapaz de contenerse ni un segundo más—. Gente pensando, con sus cerebros, y ni más ni menos que en la puerta de al lado. Oh, menuda parodia.
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Sin alma de Gail Carriger
—¡Qué horror! —intervino Alexia, incapaz de contenerse ni un segundo más—. Gente pensando, con sus cerebros, y ni más ni menos que en la puerta de al lado. Oh, menuda parodia.
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Sin cambios de Gail Carriger
Ivy se fijó inmediatamente en el más feo de todos: uno de fieltro amarillo canario decorado con grosellas negras, cinta de terciopelo negro y un par de plumas verdes que parecían antenas colgando de un lado. —¡Oh, ese no! —dijeron al unísono Alexia y una voz desconocida mientras Ivy estiraba un brazo para descolgarlo de la pared.
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Gregorio Samsa es un ...