Los señores del tiempo de Eva García Sáenz de Urturi
No nos pillamos de gente fácil en situaciones fáciles. Tú y yo nos pillamos de gente complicada en situaciones complicadas.
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Los señores del tiempo de Eva García Sáenz de Urturi
No nos pillamos de gente fácil en situaciones fáciles. Tú y yo nos pillamos de gente complicada en situaciones complicadas.
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Los señores del tiempo de Eva García Sáenz de Urturi
Ya que estamos condenados a morir en breve, no vamos a renunciar a nada.
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Los señores del tiempo de Eva García Sáenz de Urturi
Siempre ha habido una cadena de violencia que se remonta a las primeras edades del hombre.
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Los señores del tiempo de Eva García Sáenz de Urturi
Sé lo que sólo tú puedes ser. Haz lo que no puede hacer ningún otro.
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El silencio de la ciudad blanca de Eva García Sáenz de Urturi
A veces el tiempo que marca el calendario no tiene nada que ver con el tiempo mental o emocional que cada uno vive por dentro
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El silencio de la ciudad blanca de Eva García Sáenz de Urturi
No creo que puedas prevenir el siguiente asesinato, lo que creo es que puedes resolver los anteriores, y eso, paradójicamente, detendrá los próximos.
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La vieja familia: La saga de los longevos de Eva García Sáenz de Urturi
Cuando un hombre necesita recordarse a sí mismo lo que no ha de sentir, es porque sabe que tiene la batalla perdida.
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La vieja familia: La saga de los longevos de Eva García Sáenz de Urturi
No estaba arriesgándome a vivir, a amar, a perder. Que necio, me recriminé. Había vivido los últimos milenios pensando que podía estar por encima de mi condición humana.
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La vieja familia: La saga de los longevos de Eva García Sáenz de Urturi
Es sabido que a veces pequeños actos inconexos en distintos lugares del planeta se alían sin un objetivo común aparente, pero acaban dando paso a acontecimientos irreversibles.
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La vieja familia: La saga de los longevos de Eva García Sáenz de Urturi
Cuando tienes delante de ti algo que debes catalogar como imposible, el sentido común busca la explicación en la trampa, la falsificación, la burla, el engaño.
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La vieja familia: La saga de los longevos de Eva García Sáenz de Urturi
Siempre he sido más amigo de cometer errores y luego arrepentirme que de pasarme la eternidad preguntándome cómo sabrían sus besos, a qué olería su pelo de madrugada, o cuál sería la presión exacta de sus abrazos.
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La vieja familia: La saga de los longevos de Eva García Sáenz de Urturi
Piérdete en los ojos de quien engaña o encuéntrate en los de quien aún te ama. La duda de lo no vivido frente a la certeza de lo ya caduco.
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La vieja familia: La saga de los longevos de Eva García Sáenz de Urturi
La primera regla de un longevo es aprender a contemporizar. Todo tiene su momento adecuado, ni antes, ni después.
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La vieja familia: La saga de los longevos de Eva García Sáenz de Urturi
Lo peor de la muerte es a los que deja vivos.
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La vieja familia: La saga de los longevos de Eva García Sáenz de Urturi
¿Por qué tanta gente dice que el tiempo todo lo cura? No es cierto, no todo se cura. Cuando pierdes un brazo, cada día de tu vida recuerdas que te falta. Da igual que vivas unas pocas décadas o unos cuantos milenios. Te falta. No está.
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El silencio de la ciudad blanca de Eva García Sáenz de Urturi
``Toda esta serie de asesinatos mantiene un elemento inexplicable a primera vista: parecen obra del mismo asesino, pero el asesino está en la cárcel...´´
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La vieja familia: La saga de los longevos de Eva García Sáenz de Urturi
Fue entonces cuando escuché un zumbido cerca y el gruñido de la leona. Después, el ruido que hizo su cuerpo de ciento veinte kilos al caer en bloque al suelo. Y luego, cuando me atreví a alzar la vista y mirar al frente, vi lo imposible: un cazador prehistórico en posición de lanzamiento. Daba igual que estuviera vestido con ropa contemporánea, jamás había visto lanzar de aquella manera. Precisa, segura, certera. Tenía la pierna izquierda adelantada, el brazo derecho echado hacia atrás, con el codo flexionado y sujetando el propulsor, nada parecido a como hacíamos prácticas de tiro en los talleres didácticos de Atapuerca. El brazo izquierdo estaba extendido paralelo a la lanza, como si le indicara el camino a seguir. El cazador volvió a arrojar una lanza y después avanzó hacia nuestro árbol como si él mismo fuera un felino.
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La vieja familia: La saga de los longevos de Eva García Sáenz de Urturi
Esto es un regalo, pensé. Porque por una vez, me pude quedar anclada en sus ojos, perderme sin prisas en aquel iris único. Notar el calor cercano de su cuerpo de atlante y no alejarme de él. Sin preguntas, sin retos, sin explicaciones. Iago, por su parte, comprendió y aceptó. Abrió la boca para decir algo, pero le puse el dedo sobre los labios para impedir que hablara. —Mejor no digas nada —le susurré. |
¿Cuál es el órgano que trasplantan a Cora?