Rumbo a tu corazón de Cristina G. Cantero
-Iveth. No me río de ti. Es que es... eres... -Horrible, lo sé. ¿Qué mujer en su sano juicio le abre la puerta a alguien con estas pintas? -Auténtica. Eso iba a decir. Eres única, preciosa y, sobre todo, auténtica. Póntelas, porque quiero me veas. Espera. -Mis gafas aparecen en sus manos y me las coloca en su sitio. Debió de cogerlas de la mesilla de noche antes de acercarse-. ¿Mejor? |