Baltimore de Christopher Golden
—Cualquier cosa que sirvan en este tugurio va a ser dura como una suela de zapato, y tendrá el mismo sabor —advirtió el caballero. Aischros esbozó una sonrisa que le estiró las muchas cicatrices del semblante, lo cual sólo sirvió para hacerle parecer más feo. El mar le había endurecido y consumido, pero también le había concedido un inconfundible punto de hidalguía. —He comido cosas peores —contestó el marino—. A veces, lo insípido es lo mejor. |