Tras este enigmático título que me atrajo como un imán encontramos una odisea en pos de una senda telúrica pagana marcada con símbolos terrestres y astrales con destino a Iria Flavia, un camino que conduce al perdón y la redención. Borgoña, siglo IX d.C., Gastón de Lyon es una persona atormentada, su pasado como soldado frente a los herejes bretones, custodios de los huesos del mártir Prisciliano, y las víctimas que dejó atrás no dejan descanso a su alma aún después de haberse entregado a la vida monacal, no sólo él, también su hija adolescente Gala, novicia en Notre-Dame. La esperanza de este benedictino por liberarse de la maldición que le persigue cada noche le lleva junto a Gala a Lyon en busca de una cura. Será la anciana Enna quién ofrezca una solución, obtener el perdón de "sus" muertos, para ello debe viajar al último cementerio que se asoma a las olas del mar, en finis terrae, un camino hacia el inframundo, el camino enterrado por quienes conocen su poder y lo salvaguardan que conduce al sarcófago de un mártir olvidado. Un accidentado viaje que disfrutas por tierra y también por mar con unos veteranos comerciantes judíos, que por momentos aleja a los protagonistas de su destino, en el que no faltarán un motín a bordo y un naufragio, reliquias santas, una suerte de mapamundi y secretos bien guardados en un contexto histórico de luchas por la hegemonía religiosa y sed de conquistas. Una historia en busca de redención, de amor y amistad, ambición y dolor que nos acerca a las figuras de Floro de Lyon, el rey de Asturias Alfonso II, Rosendo de Mondoñedo o el obispo Teodomiro y unos personajes ficticios con historias propias que iremos conociendo a lo largo de la narración. Interesante ficción sobre los orígenes del Camino compostelano en un período histórico convulso y una tierra, Galicia, mágica y misteriosa. + Leer más |