Marta Aponte, narradora y crítica literaria puertorriqueña, trae una novela sobre la vida de Raquel Helena Hoheb, una de las pintoras latinoamericanas más importantes del siglo XIX y madre del poeta modernista estadounidense, William Carlos Williams. Arte, migración, vínculos familiares confluyen en esta novela publicada recientemente en España.
06/07/2022
¿Cuáles fueron tus primeros contactos con la literatura?
Yo tuve una formación universitaria en Humanidades en la que leí mucha literatura occidental y europea, con un currículo que dejaba continentes enteros fuera; de manera que podíamos estudiar la Italia de Petrarca y de Dante y no tocar un solo libro de Sor Juana y de literatura puertorriqueña mucho menos. Cuando una pedagogía se arma patas arriba para crear pensamiento occidental en un contexto cultural tan contrastante como el nuestro, tienes que aprender a leer por tu cuenta y eso fue lo que hice. Después de varios años cursé un máster en literatura latinoamericana y ahí empecé a leer más autores clásicos y contemporáneos, sobre todo de Brasil y de Cuba, autores todos hombres y reconocidos. de la literatura de mi país conocía menos que del resto del continente y es, ya mayor, cuando empiezo a estudiar la literatura del siglo XIX de Puerto Rico, al leer unos libros de José Luis González, narrador de primer orden, expulsado del país por ser Comunista, él me va redescubriendo autores del canon puertorriqueño menos conocidos como Alejandro Tapia y Rivera que es un escritor raro y el más brillante del siglo XIX en Latinoamérica.
Conocías la poesía de William Carlos Williams. ¿Cómo llegas a su madre y a escribir esta novela?
Mis libros no siguen un modelo literario estable que vaya dejando una obra cuadrada que responda solo a ciertas inquietudes, quizá lo que hay en el fondo sea un deseo de evasión de la realidad inmediata y en el caso de esta novela, primero conocí el libro Yes, Mrs. Williams: A Personal Record of My Mother, escrito por el poeta, lo leí y quedé fascinada, en parte por esa lengua traducida a eso que nosotros llamamos inglés goleta, el inglés que se habla en el Caribe y que era la lengua de la madre del poeta Carlos Williams. Pensé que merecía la pena entrar, con la imaginación, en la intimidad de esas dos figuras y en la de ella en particular, siendo una puertorriqueña que realizó estudios en pintura, con talento, tomando en cuenta que en esa época hubo muy pocas mujeres que destacaron en este ámbito.
Entonces tiraste del hilo de una biografía para escribir esta ficción…
Sí y la escritura me tomó como dos años, usualmente dedico más tiempo a mis libros, pero hubo una pasión ahí, con tantas imágenes, climas, ambientes culturales y el rastro de esta mujer que trabajaba con todas las dificultades: su hermano era médico, eran huérfanos, no tenían muchos medios, pero fue a París y vivió en un París en el que no habían vivido otros puertorriqueños, la academia fue su entorno y allí se desarrolló, siendo una mujer que no tenía recursos económicos para hacerse su propio espacio, sus familiares parisinos mucho menos, vivían en una pobreza absoluta, como de personajes de una novela gótica, el mismo Williams escribe con sorpresa sobre ello. Pero su madre mantuvo esa dignidad, ese humor (le gastaba muchas bromas a su hijo) y no aceptaba imposiciones, vivió, por ejemplo, separada mucho tiempo de su esposo.
El poeta se acerca a la madre con extrañamiento y su vínculo de alguna manera refleja tensiones, ¿qué determina que sea así su relación?
Evidentemente había un conflicto muy profundo para Carlos Williams sobre saber a dónde pertenecer como ser humano y como creador, en qué cultura se podía identificar mejor, con esta madre que era francófona y puertorriqueña, que hablaba español en la casa mientras él no lo hacía, Williams era un american poet, su tradición era otra. Entonces hay extrañeza, desconcierto, curiosidad. Y no es raro que exista esa sensación de incomodidad y esas tensiones, yo creo que es la norma en una relación entre madre e hijo o padre e hija.
Aparece la migración como uno de los temas centrales de la novela. ¿Dónde encontrar la patria o la casa?
En el caso de ella, París era como una especie de madre patria, en parte porque su madre era martiniquesa, su familia era de coloniales y de colonizados, producto de la migración tanto a las islas caribeñas como, después, al norte. Se enfrenta a culturas muy diferente, la del pueblo pequeño e industrial con migrantes de todas partes y por otro lado, la cultura de la esposa de William Carlos y su familia que eran alemanes. Hay una especie de confrontación también con su suegra, una mujer inglesa muy imponente y en un momento, estas tres mujeres están en pugna buscando el dominio de la casa, en la penúltima escena de la novela se ve con claridad esa confrontación. Las batallas identitarias son muchas siempre, pero más cuando migramos.
Hablemos un poco del estilo, de la gran carga poética presente en tu escritura.
Creo que aquí hay algo lírico y arrebatado, algo que es propio de este libro. He escrito también ensayos y en ese género hay una mayor precisión porque se trata de exponer ideas y argumentos, he escrito cuentos que son más breves y requieren una estructura formal más compacta y me encanta el estilo indirecto libre y el desbordamiento que puede tener una novela. Tiene que ver supongo con la lectura de la literatura anglófona que me fascina, como Virginia Woolf con La señora Dalloway que es un delirio, el mismo Joyce con el Ulises, un libro enorme con una voz que entra y sale de los personajes, no hay barreras ni encuadres y eso hace que la escritura no se corte y alcance un grado poético.
Si bien es biográfica también encontramos un pedazo de tu vida.
Sí, hay un capítulo dedicado a la abuela que no conocí porque murió cuando mi madre era una niña y un poco el problema viene a ser cuál es nuestro lugar en el mundo, mientras sucedían todos estos acontecimientos culturales que estudié en la universidad como lo sumo de la cultura humana, mi abuela era una campesina en una montaña de Puerto Rico que estaba recogiendo café, criando a sus hijos o enfermando como lo hizo, murió bastante joven y era contemporánea con todas estas vanguardias que de alguna manera le dieron forma a nuestra cultura letrada. El relato de la historia es de quien lo narra y quien lo hace tiene, en general, un poder que lo respalde, para hacer estas representaciones que lo que hacen es limitar, como los cánones en general.
Marta Aponte y sus lecturas
¿Qué libro te incentivó a escribir?
Los veinte volúmenes de una enciclopedia que mis padres compraron a plazos. Era una enciclopedia infantil, en inglés, editada en Estados Unidos, y reflejaba las perspectivas culturales de sus editores. Tenía ilustraciones y ensayos sobre una variedad de temas.
¿Qué autor te pudo provocar dejar de escribir? (por su calidad indiscutible)
Más de una, sobre todo cuando empezaba a intentar escribir, y lo hacía tardíamente y con dificultades económicas, en circunstancias difíciles. Pero la vida se va escribiendo a pesar de las autocensuras.
¿Cuál fue tu primer gran descubrimiento literario?
La novela La víspera del hombre, del puertorriqueño René Marqués. Desconocía la literatura de mi propio país. Esa novela me devolvió el paisaje, los personajes, el habla, las vidas que me rodeaban. Los espejos que de manera indirecta y distorsionada construye la literatura propia.
¿Qué novela relees con frecuencia?
Las de Tolstoi, pero no con frecuencia. Cuando las deseo. Las de Alejandro Tapia y Rivera, Virginia Woolf, Faulkner, Nabokov, Angélica Gorodischer, Toni Morrison. Pero leo más en otros géneros.
¿Hay algún libro que te de vergüenza no haber leído aún?
El que seguramente escribe o escribió una autora desconocida por excluida de los círculos que han tenido y tienen el poder de definir nuestro conocimiento de las culturas del mundo. Es tan poco lo que sabemos.
¿Algún clásico de la literatura que consideres sobrevalorado?
Yo no pienso así. Sin embargo, es un tema que podría interesar a estudiosos de la sociología del gusto, de la historia del libro, y de la gestión editorial y sus apoyos. Un punto de partida podría ser la lista de los premios Nobel otorgados a lo largo del tiempo.
¿Quién es el diamante literario que harías descubrir a nuestros lectores?
El puertorriqueño Alejandro Tapia y Rivera, novelista, poeta, ensayista, fundador de revistas, feminista. Se me ocurre que es el autor hispanoamericano más brillante del siglo XIX.
¿Tienes una cita literaria de culto?, ¿cuál es?
Nulla dies sine linea. Aunque no la practico.
¿Qué estás leyendo de este género actualmente?
Una novela extraordinaria de un autor muy fuerte El libro de nuestras ausencias, de Eduardo Ruiz Sosa.
Descubre
La muerte feliz de William Carlos Williams de
Marta Aponte, publicado por
Candaya:
Entrevista realizada por Lucía Moscoso Rivera.