Diario del dolor de Maria Luisa Puga
Lo que pasa es que normal es siempre todo. Nadie, hasta donde sé, vive en estado de excepción.
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Diario del dolor de Maria Luisa Puga
Lo que pasa es que normal es siempre todo. Nadie, hasta donde sé, vive en estado de excepción.
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Diario del dolor de Maria Luisa Puga
Anoche te fuiste de reventón con los cuates, que sobre todo en este encuentro fueron muchos, y no estuviste en mi día. Dormiste hasta tarde y te lanzaste en tu melancólico deambular.
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Diario del dolor de Maria Luisa Puga
El Hombre no combatía a Dolor, para eso estaban los embajadores que son los analgésicos y los agregados culturales que son los tratamientos.
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Diario del dolor de Maria Luisa Puga
Quizá mi única venganza contra Dolor sea que cuando me pasa una cosa así, la adrenalina me sube a tal punto que no me duele absolutamente nada más que el alma.
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Diario del dolor de Maria Luisa Puga
La computadora es una habitación dentro de la habitación; un yo dentro del yo. Sí, tengo respaldos, está todo en mi cuaderno, pero no es igual. La computadora es presencia, es compañía, es cómplice. Y cuando es laptop más.
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Diario del dolor de Maria Luisa Puga
El desánimo es el tufo que Dolor va dejando a su paso. La depresión se encuentra en otra latitud, pero desde donde está puede envolverlo todo.
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Diario del dolor de Maria Luisa Puga
Soy este presente raro y largo que no me permite ver hacia dónde se dirige y en el cual estamos contenidos Dolor y yo como incómodos pasajeros de un solitario vagón de tren.
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Diario del dolor de Maria Luisa Puga
Miedo ya es igual que Gato. Anda por mi estudio, que es el suyo. Lo recorre, lo olisquea, se retuerce en el suelo de placer cuando enciendo el calentón, se queda enojado cuando se le acaba la comida. Vivimos solos, pero juntos. Solo protesta cuando se me olvida.
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Diario del dolor de Maria Luisa Puga
Cuando tuve que convivir con el miedo, hace ya mucho, aprendí que no es venciéndolo, sino poniéndolo a mi lado.
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Diario del dolor de Maria Luisa Puga
La ruptura con la humanidad inicia con el dolor. Y como toda ruptura, no queremos que suceda pero es inevitable.
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¿En qué año se publicó?