El dios de la brisa de Lorenzo Ariza Lorente
Mediante la música con la que el fauno se manifiesta, que crea y anima la bacanal, y que a menudo conduce al caos y al desmembramiento, se aniquila. Mediante el silencio que el fauno evita, víctima de su frenesí, y que se encuentra entre las notas (o acaso en un lugar concreto, inabarcable o recóndito de la partitura), se resucita. La música es muerte, el silencio resurrección. La música crea los sueños, el silencio los barre. En su ebriedad y en su vorágine, los faunos músicos se despeñan en el silencio. |