Secuestrada por el highlander de Emma G. Fraser
(…) desde que te tengo no hago más que preguntarme una cosa: ¿cuándo te perderé a ti?
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Secuestrada por el highlander de Emma G. Fraser
(…) desde que te tengo no hago más que preguntarme una cosa: ¿cuándo te perderé a ti?
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Secuestrada por el highlander de Emma G. Fraser
(…) Aquella joven, al igual que Aileen, pagaría por algo de lo que no tenía la culpa. Los pecados de su padre debía pagarlos él, nadie más.
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La fiera de las Highlands de Emma G. Fraser
(...) Ella amaba a su marido, pero ese guerrero que tenía ante ella lo hacía del mismo modo que Craig. Lo cual le llevó a preguntarse si podría amar a dos hombres a la vez o tal vez lo que sintiera por uno de ellos no era amor, sino otro sentimiento más salvaje o primitivo que no podía apartarlo de ella.
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La fiera de las Highlands de Emma G. Fraser
Morrigan levantó la mirada y lo observó durante unos instantes. La joven vio en los ojos de su marido el dolor que lo carcomía por dentro y no pudo evitar levantar una mano para acariciarle el rostro. Se había enamorado de aquella cara en el mismo instante en que lo vio. Por un momento, pensó que solo había sentido atracción, pero a medida que pasaba el tiempo y sentía sobre sus hombros la necesidad de defenderlo ante su familia y amigos, se dio cuenta de que no era atracción, sino amor. Amaba su forma de ser, a pesar de tratar con ingleses, aunque era la única que sabía que lo hacía casi por inercia, porque se había criado entre ellos y tenía muchas amistades en el país vecino. Amaba su generosidad, su carácter amable y educado, aunque había tenido el placer de verlo luchar cuando intentaron robarles hacía dos años y descubrió en su marido una fuerza que jamás pensó que guardaba dentro de él. Su suegra siempre le había dicho que eso se debía a su sangre escocesa, aunque Craig había decidido emplear siempre la sangre inglesa que corría por sus venas, pues pensaba que la mejor manera de solucionar un problema era hablando, no lanzándose a la pelea a la mínima.
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La fiera de las Highlands de Emma G. Fraser
Morrigan sintió una punzada en el corazón. Desde que la joven había contraído matrimonio con Craig, su relación con Keith se había enfriado ligeramente. Habían pasado de tratarse como los mejores amigos de todas las Tierras Altas a un trato meramente formal y frío, algo que le causaba mucho daño a Morrigan, pues había crecido con la esperanza de que ambos llegaran a ser algo más que amigos. Su corazón siempre se había exaltado cuando lo veía y después de lo ocurrido entre ellos en una de las fiestas de su clan, había dado por hecho que si alguna vez llegaba a casarse, sería con él.
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La mirada del highlander de Emma G. Fraser
(…) Siempre había deseado mostrar su habilidad con la espada en una lucha de verdad. Quería demostrar a los hombres de su clan que podía hacer lo mismo o más que cualquier otro hombre. Y aquella era una oportunidad perfecta para ello, pues acababa de tomar el mando del clan y sentía que su deber era demostrar su fortaleza, no su habilidad cosiendo camisas para su marido.
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La mirada del highlander de Emma G. Fraser
—La Sheena que yo conocía siempre tenía respuestas para todo —dijo en tono casi conciliador, aunque sin abandonar la picaresca. —La Sheena que tú conocías murió el día que su mejor amigo la traicionó —contestó ella entre dientes. |
La mirada del highlander de Emma G. Fraser
Observó la sangre que manaba del pecho del joven y sintió una punzada de dolor en su corazón, allí donde guardaría para siempre bajo llave los sentimientos que hasta entonces no quería revelar (…).
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La mirada del highlander de Emma G. Fraser
—Algo así no puedo perdonarlo –susurró al viento sin poder parar las lágrimas que corrían por sus mejillas—. Lo siento, Alasdair. Desearía que todo fuera diferente, pero mi deber es proteger a mi clan.
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Gregorio Samsa es un ...