El incienso de los espíritus

Un 3,5 para esta historia bien escrita, pero que no ha terminado de convencerme del todo.

Con una ambientación muy cuidada, nos trasladamos primero a la América de los años veinte, con toda la revolución que supuso la ley seca, y luego a ese Japón golpeado por un terremoto y en el que aún luchaban las tradiciones con el modernismo. La autora nos sumerge a fondo en ambos ambientes, haciéndonos percibir cada detalle, lo que para los amantes de la historia y los amantes del Japón antiguo es toda una delicia. Sin embargo, debo decir que a mí me ha parecido en muchas ocasiones excesivo, ya que en lugar de favorecer la trama, la volvía más lenta.

La trama de los kimonos es muy interesante, pero, para mí, el desarrollo de la misma ha sido uno de los grandes fallos. La primera parte de la historia (casi trescientas páginas) transcurre con gran lentitud y apenas sucede nada relevante; en cambio, en la segunda parte los acontecimientos se precipitan uno tras otro. Se dan también algunas resoluciones de conflictos al estilo "Deus ex-machina" que no resultan demasiado convincentes.

En cuanto a los personajes, debo reconocer que Helena Lennox me cayó mal en la primera novela, y, digamos que no ha hecho nada en esta por mejorar mi cariño hacia ella. Se comporta, la mayoría de las veces, de una forma caprichosa e inmadura. En ocasiones actúa como una heroína (aunque con poca cabeza) y en otras como una joven normal de su edad.

Arshad es el joven maduro (a veces me pregunto si de verdad tiene veintiún años) y sensato, pero que se pliega a los deseos y despropósitos de Helena. El amor que siente hacia ella es encomiable, y las últimas páginas que nos revelan su relación son emotivas y preciosas, aunque hubiese esperado (y, quizás, deseado) otro desenlace para los dos.

Una de las cosas que más me han llamado la atención es el comportamiento de ambos. Su forma de actuar, y en ocasiones sus palabras, no parecen propias de la época. Puede que yo me equivoque, pero Arshad parece más un flemático inglés que un marajá hindú, siempre tan contenido, tan seguidor de las normas, cuando los ingleses siempre se lamentaron de la decadencia de una corte tan disoluta como la de la India.

Me gusta el estilo de Victoria, es fresco y ameno. Su capacidad para crear ambientes es espectacular, y se nota en cada una de sus historias. En general, la trilogía me ha gustado, aunque el primer libro es, en mi opinión, el mejor.