El incienso de los espíritus

Bien pensado, sí que lo hago: creo en mí, en lo que me rodea, lo que puedo ver, tocar y comprender. En lo que cada uno puede hacer para cambiar un destino que aún no está escrito. (...) Y en esto. En esto sí que creo.

La frustración como auténtico desencadenante de la enemistad;es una historia tan vieja como el mundo.

Me encaminé a mi propio cuarto preguntándome qué habría hecho para que mi mundo girase de pronto alrededor de unos hombres borrachos, drogados o, directamente, muertos desde hacía más de tres mil años.

Quizá el problema sea nuestro por negarnos a asumir que el mundo no es como desearíamos que fuera.

Alguien me dijo una vez que la gente comete un error empeñándose en dividir el mundo entre el bien y el mal. Que lo más interesante está en el filo de la espada.

No, no podría hacerle entender la espantosa lección que estaba aprendiendo: que el amor no siempre era suficiente, que había cosas por las que no podía canjearse. Porque de nada servía estar con quien más amases si habías tenido que renunciar para siempre a ti mismo.

No puede pedírsele a una fuerza de la naturaleza que se comporte de otro modo, por destructiva que resulte a veces.

No tiene ningún sentido preocuparnos por los peligros que han quedado atrás. es como si un ciruelo se mustiara porque podría haber perdido aún más flores en un vendaval.

El enemigo más temible es el que demuestra estar repleto de recursos

Bien pensado, sí que lo hago: creo en mí, en lo que me rodea, lo que puedo ver, tocar y comprender. En lo que cada uno puede hacer para cambiar un destino que aún no está escrito.