Al cuarto de hora de comenzar la lectura pienso "¡Ya estamos! Topicazo del profesor universitario cabrón que se acuesta con sus alumnas y mantiene diálogos cortos, punzantes y cínicos con ellas. Y encima está casado con una mujer rica, virtuosa y superficial" Pero poco a poco va avanzando la historia y aparece un panorama tipo "Los Santos Inocentes", un abuelo en pleno comienzo de la Guerra Civil, un padre ochentero y macarra y un protagonista que ya está en chirona porque sabemos que se ha cargado a alguien. Y tal como se van desarrollando las historias de forma paralela te vas metiendo poco a poco en una trama de violencia, resistencia, valor, miseria, maltrato, mentiras, amor, incomprensión y un sinfín de emociones y sentimientos que aportan mil caras distintas al relato. Historias que van tejiendo una red que, a la que te das cuenta, no puedes abandonar. Y llega el momento culminante con dos cartas finales que literalmente me han puesto un nudo en la garganta. Me ha gustado mucho. Muchísimo. Las tres historias me han enganchado y aunque los protagonistas son unos auténticos indigentes emocionales que se pasan casi toda la novela sembrando dolor y sufrimiento a quienes les rodean, los tres mantienen un resquicio de dignidad y de humanidad con el que consiguen mantener una unión con el lector a través de un finísimo hilo afectivo. ¿Cómo lo consigue el autor? A través de terceros personajes de breve aparición (Olga, Manuel) pero tremendamente significativos porque demuestran que, al fin y al cabo, no todo está perdido. Bien, como ya he escrito, la novela me ha gustado mucho y recomiendo su lectura. Volveré a encontrarme pronto con este autor, seguro. |