Una vez más, recorrió con la mirada los márgenes del camino, y vio una muchedumbre de puntitos rojos, tan bonitos y con un aspecto tan inocuo, tan candoroso y alegre que se preguntó si no estaría Dios y el Diablo bailando cogidos de la mano en el precioso momento en que fue creada aquella flor, pura y corrupta a la vez.
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