Entre las páginas de este libro nos encontramos al precoz, sensible (sí, mucho) y travieso (travieso nada más; os prometo que no tiene el demonio en la sangre aunque otros intenten convenceros de ello) Zezé. Mi pobre, pobre Zezé. Qué historia más triste la de este niño que"se hace amigo" de una planta de naranja lima a la que cuenta todas sus aventuras y sinsabores. Qué duro es crecer en una familia (brasileña o de cualquier otro lugar) pobre, con un montón de bocas que alimentar y total falta de recursos. Qué doloroso no sentirse querido y pensar que es mejor no vivir; más todavía cuando quien se lo plantea tiene escasos cinco años. |