Todo lo demás era silencio

Estaba convencido -y así se lo repitió a sí mismo en un par de ocasiones durante la cena - de que a veces querer a una persona consiste sencillamente en no interponerse entre ella y su bienestar

El azar es un engranaje perfecto. Lo que nos sucede en cada momento no es sólo una posibilidad aleatoria entre muchas. Lo que nos sucede en cada momento es lo único que nos puede suceder. Es la combinación precisa de todas las piezas, de todos los movimientos previos. Dependan de nosotros o no. Se forma con nuestras grandes decisiones, pero también con las pequeñas, por diminutas que parezcan. Y con las decisiones de todos los demás.

Por primera vez desde hacía bastante tiempo, Lucía fue consciente de que tanto allí como en su propia vida habían transcurrido veinte años.

Me pregunto si es posible echar de menos algo que no se ha tenido. Si es posible echar de menos aquello que no se ha vivido.

Uno se da cuenta de que su amistad con otra persona ha dejado de ser frágil o indecisa cuando un día observa que en esa relación se ha vuelto indiferente el silencio. Cuando este ya nunca es incómodo. Cuando los largos ratos sin decir nada son solamente un rato más. Como otro cualquiera.

Si hay algo que uno debe intentar hacer a toda costa es volver allí donde fue feliz. Porque en ocasiones es la única forma de recuperar esa pequeña parte de uno mismo que se quedó para siempre en aquel lugar. Esa parte que nos falta. Ese pedazo de felicidad que muchas veces, hasta que el azar nos golpea, ni siquiera somos conscientes de haber dejado atrás

Y sintió por primera vez la espesura de las horas, que se acumulaban unas sobre otras como un peso muerto que en aquel lugar, en mayor o menor medida, todos arrastraban tras de sí. Y advirtió la soledad en sus miradas. Esa inconfundible soledad. La tristeza de quien no se siente perdido en aislado, sino solo. Tan solo como lo están todos los que se hayan a su alrededor, sentado sin noticias en una silla absurda. Pensando que a veces no tener a nadie consiste, precisamente, en estar rodeado de gente.

Mientras aguardaba, se convence a sí mismo de que había algo conmovedor en la imagen de un fumador solitario paseando de noche frente a la puerta de un hospital. Resultaba imposible no trata de imaginar su historia.