Miedo

Como siempre Stefan Zweig no defrauda.
Cada vez que leo uno de sus libros no entiendo cómo es capaz de plasmar en tan pocas páginas una historia así.
Como su propio título indica el miedo es el protagonista absoluto de esta historia. En las primeras páginas ya estaba completamente inmersa en la trama, con una sensación de agobio y ansiedad tal y como lo estaba sufriendo Irene en el libro.
El miedo nos aísla, nos vuelve irracionales, dejamos de ser nosotros mismos. Y el peor tipo de miedo es aquel que nos hace imaginar escenarios diferentes, horribles antes incluso de que ocurran y de que quizás no tengan lugar jamás porque nadie se puede adelantar al futuro. Ese miedo, pánico en muchos casos, puede paralizar o hacerte que desemboques en una espiral de caos y destrucción como le pasa a la protagonista del libro.

Como muchos sabéis, y si no os lo cuento, Stefan Zweig se suicidó en Brasil junto a su mujer porque pensaban que la guerra estaba perdida y que ganaban los alemanes. Fue tal el miedo ante esta situación, que ambos decidieron poner fin a sus vidas antes de ver a los alemanes gobernando el mundo. Y es este tipo de miedo, tan irracional que en cierto momento no les dejó ver más allá, no les dejó pensar que otro final para la guerra era posible, el que plasmó con maestría en esta pequeña novela que se publicó por primera vez en 1925.
Stefan Zweig ha plasmado como nadie las luces y sombras del pensamiento humano quizás porque él mismo era el portador de, sobre todo, esta oscuridad.
Stefan Zweig es para mí, uno de los grandes escritores de siempre y para siempre.
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