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Crítica de Guille63


Guille63
06 March 2023
“A un hombre siempre se le reconoce sólo por su llama, por su pasión. Porque todo espíritu nace de la sangre, todo pensamiento brota de la pasión, toda pasión del entusiasmo.”

Pasión, culpa, secretos, sentimientos exaltados, palabras que pueden aplicarse a muchos de los relatos del autor austriaco y que brillan aquí de forma especial. Zweig despliega como nadie los arrebatos sentimentales de sus personajes, todos los matices, todos los recovecos de esas emociones que nunca son del todo simples y que en muchas ocasiones son muy complejas y hasta contradictorias. El protagonista de esta historia, un joven estudiante buscando su lugar en el mundo, vive con intensidad, entregado por entero a la tarea que en ese momento ocupase su mente, sea esta la vida nocturna de Berlín, sea esta el estudio de la obra de Shakespeare.

“…suelo lanzarme a abordar tan fanáticamente un problema que no lo dejo antes de sentir en los dientes los últimos vestigios de su tuétano.”

Afortunadamente una serie de casualidades afortunadas le rescató de la vida disipada que había llevado hasta ese momento para arrojarlo al círculo intelectual de un profesor que le abrió un mundo nuevo de cultura y sensibilidad artística y para el que se convirtió en una especie de amanuense entregado a su proyecto.

“Apasionado y capaz de comprenderlo todo sólo apasionadamente, con el ímpetu de todos mis sentidos, me había sentido por primera vez conquistado por un profesor, por un hombre, había sentido una fuerza superior ante la que era un deber y un placer inclinarse.”

Roland, que así se llama nuestro joven entusiasta, cegado por su nueva obsesión intelectual, falto de experiencia vital, e inmerso en su propia confusión sentimental hacia este profesor del que, a pesar de la dedicación que hacia su trabajo mostraba, solo recibía desplantes y malos modos, fue incapaz de ver todo lo que estaba provocando en el trío cuyo tercer vértice era la esposa del profesor.

“Nada confunde tanto los sentidos como el súbito cumplimiento de un deseo ardiente.”

Una novela más del autor en el que vuelve a demostrar su elegancia, su lirismo sin llegar a la ñoñería, su siempre interesante exposición psicológica de los personajes, la pasión que sabe imbuir a los hechos cuando procede y su habilidad para trenzar todos los hilos de sus tragedias. Aquí hay que incluir, además, una gran valentía en la elección del tema.

Sin embargo, me ha parecido que en esta ocasión no ha conseguido redondear la novela como debiera, que pretendió ser sutil durante el cuerpo de la historia y que no lo consiguió (se intuye bastante bien y relativamente pronto por dónde van a ir los tiros) y que el desenlace se resuelve con demasiadas prisas. También me hubiera gustado saber más del papel que juega la mujer del profesor, una mayor profundidad y amplitud en este personaje. Aun así, no puedo negar que disfruté mucho leyéndola y que me siento generoso al calificarla de cuatro estrellas… eso y que también me siento un poco culpable por como lo maltraté en mi comentario a “Los ojos del hermano eterno”.
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