Bonsái

“la vida solo tenía sentido si encontrabas a alguien que te la cambiara, que destruyera tu vida.”

La contraportada del libro lo clava: “del mismo modo que un bonsái no es un árbol, más que una novela corta o un relato largo, [Bonsái] es una novela-resumen o, justamente, una novela bonsái”.

Tal cual.

Uno siente durante las no más de dos horas que lleva leerla que todo es un prólogo, una introducción, y que en cualquier momento empezará la verdadera novela. Es como si alguien te viniera a contar la última película que ha ido a ver, aunque no alguien cualquiera, claro, pues no cualquiera es capaz de explicarte la película como lo hace Zambra, y no cualquiera conseguiría, con una historia tan trivial -chico conoce chica y al final “todo se va a la mierda”- que te apeteciera tanto ver la película (una película que en verdad existe, que fue a Cannes y que yo no he visto).

“Fue, en especial, un tiempo de mucho yogur, y esto, para Emilia, resultó importante, porque venía de un periodo de mucho pisco”

Por lo que Bonsái es más “una forma de contar” que lo contado, y hasta lo contado tiene una relación íntima con lo contado por otros a través de las muchas lecturas compartidas por los dos personajes, la mentira sobre una lectura que se hacen ambos, y, sobre todo, una lectura-metáfora de la propia relación que viven ambos y que va a ser crucial en sus vidas: Tantalia, de Macedonio Fernández.

“Tantalia es la historia de una pareja que decide comprar una plantita como símbolo del amor que los une. Tardíamente se dan cuenta de que si la plantita se muere, con ella también morirá el amor que los une. Y que como el amor que los une es inmenso y por ningún motivo están dispuestos a sacrificarlo, deciden perder la plantita entre una multitud de plantitas idénticas. Luego viene el desconsuelo, la desgracia de saber que ya nunca podrán encontrarla.”

En el relato prima una sencillez casi infantil, donde es importante el juego realidad-ficción que el narrador establece con el lector y que contrasta con la tristeza que emerge de lo contado y que en gran parte solo se intuye.