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Estamos ante una de las obras cumbre de la literatura del siglo XX. Su autora consagró gran parte de su vida a finalizarla. Como ella misma apunta en sus notas, lo concibió y escribió entre 1924 y 1929. Sin embargo, tras varias reescrituras, su versión definitiva no estaría lista hasta 1951. La escritora belga comentaría que "este libro es la condensación de una enorme tarea hecha sólo para mí", una tarea que la llevó tanto tiempo porque "quemaba por la mañana el trabajo de cada noche". El libro, narrado en primera persona, se trata de una larguísima epístola que el emperador Adriano dirige a su protegido Marco Aurelio, en la que le cuenta toda su vida. Yourcenar petra en la mente del emperador romano y cuenta con todo detalle cada episodio acaecido, los reales y los imaginados, en un ejercicio cuasi poético. Adriano fue un emperador que que propició el entendimiento, la paz y el progreso en un imperio romano que, hasta poco antes de su llegada al poder, se había caracterizado por estar centrado en las campañas bélicas que ampliaban sus dominios. Personalmente, creo que esta obra no es de fácil de leer porque no se apoya en ningún diálogo. Es una disertación en primera persona que en más de una ocasión llega a abrumar y que requiere una concentración absoluta por parte del lector. Se trata de un gran homenaje a la Roma de la edad de oro, aquella a la que se refiere Flaubert en una cita que tuvo una gran influencia en Yourcenar: "Cuando los dioses ya no existían y Cristo no había aparecido aún, hubo un momento único, desde Cicerón a Marco Aurelio, en que solo estuvo el hombre". Marguerite Yourcenar admitiría que "gran parte de mi vida transcurriría en el intento de definir, después de retratar, a este hombre solo y al mismo tiempo vinculado con todo". El producto de esta labor será "Memorias de Adriano". |
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