Memorias de Adriano

Decía Marguerite Yourcenar que “Hay libros a los que no hay que atreverse hasta no haber cumplido los cuarenta años”. Ella tenía cuarenta y cinco cuando retomó unos viejos borradores que comenzó en su veintena: la historia de Adriano, uno de los grandes emperadores romanos. Pero pese a los altibajos durante tantos años –y otros libros de por medio– la autora crea un hermoso relato, a la par que minucioso, gracias a la gran labor de investigación histórica realizada.

Casi a las puertas de la muerte, una cuestión ocupa los pensamientos del envejecido Adriano: ¿Qué sería de ese imperio después de su muerte? Comienza así una larga carta a su sobrino nieto, Marco, su futuro sucesor, con el relato de su vida. Nos cuenta, a lo largo de seis capítulos, sus grandes éxitos pero sin ocultar sus errores y muchas debilidades: su juventud, su carrera política, desde la organización del Estado y la compleja gestión de las provincias remotas del Imperio, las conspiraciones en su contra, hasta su vida privada, la relación con el joven Antinoo y su amor por la cultura helénica y cómo ésta influyó en su gobierno.

La autora consigue una voz tan poderosa y personal, así como un relato plagado de detalles precisos que a veces, durante la lectura, casi hay que plantearse si realmente estamos ante ficción histórica. Y es que #MargueriteYourcenar retrató a la perfección –dándole un nuevo cariz al género histórico y convirtiéndose en inspiración de muchos– a un inolvidable #Adriano por su profundidad psicológica.

Como colofón, las notas finales de la autora recogidas durante sus años de escritura nos asoman a ese proceso de escritura hasta conseguir el perfil del emperador (culto, inteligente, sensible, estratega) creando una voz única y uniendo las vidas de ambos: “Me di cuenta muy pronto de que estaba escribiendo la vida de un gran hombre. Por tanto, más respeto por la verdad, más cuidado, y, en cuanto a mí, más silencio.”
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