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Quizá este sea uno de los episodios más desconocidos del pasado siglo, pero no por ello de los menos importantes. En las últimas semanas, con la vista puesta en Rusia, vengo a traeros una historia que me ha tenido en vilo durante todo febrero: la de Zuleijá y los miles de campesinos rusos de 1930. Los llamados ‘kulaks' eran los agricultores de la Rusia zarista que poseían grandes áreas de tierra. Es en los años 30, después de la guerra civil, cuando el Partido Comunista de Stalin emite una orden para que todas estas tierras sean expropiadas. Pero el partido establecía unos cupos para las colectivizaciones y, para lograrlos, las represalias no midieron contra quiénes se ejercían y destruyeron el campesinado para formar los ‘koljoses', comunidades cooperativas agrícolas que trabajarían por la república y para obtener el alimento de los trabajadores urbanos. El resultado de la ‘deskulakización' fue que millones de personas fueron ejecutadas y encarceladas, desalojadas de sus hogares y desplazadas a Siberia después de confiscar todas sus propiedades. Este último caso es el de Zuleijá, inspirada en algunas partes de la vida de la abuela de la autora, Guzel Yájina. Así empieza el viaje de Zuleijá, una mujer de 30 años, devota de Alá, que es arrastrada a un tren durante meses hasta Siberia, obligada a vivir a orillas del río Angara y convivir con el desarraigo, el miedo y al acecho de la muerte diaria. Lejos de amedrentarse, Zuleijá asume el destino que Alá le ha deparado para ‘abrir los ojos' e ir, poco a poco, desprendiéndose de las vergüenzas y miedos a los que la tradición obligaba a las mujeres musulmanas, y convertirse en una mujer fuerte y decidida. Una obra preciosa, con unos personajes perfectamente construidos (inolvidable el pintor Ikonnikov y el doctor Wolf Kárlovich), que te atrapa por su fuerte componente histórico. Una obra magnífica llamada a figurar entre los clásicos de la literatura rusa. Enlace: https://www.instagram.com/p/.. |
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