A la única persona en el mundo a la que no le puedes fallar nunca es a ti misma, y a tus principios
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A la única persona en el mundo a la que no le puedes fallar nunca es a ti misma, y a tus principios
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Eres bonita, salvaje y natural. Eres belleza en estado puro, solemnidad y armonía. Eres un remanso de paz en el que ansío vivir, y un destello en el cielo que contemplar al morir.
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Era oscuridad y luz al mismo tiempo, y me bastó sentir que le perdía para saber cuánto le necesitaba.
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Aspiré su aroma y supe que había regresado a mi hogar, el único en el que quería estar.
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Sentía que mi vida tenía más sentido que nunca, ahora que él formaba parte de ella; que moría en sus ojos, en sus manos, en todos y cada uno de los besos con los que desnudó y, al mismo tiempo, cubrió mi piel.
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Su voz ahora era un susurro embriagador que llegaba a mis oídos como una melodía de piano en las manos del mejor compositor.
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(...) la verdad era que existían unos labios predestinados a otros, dos engranajes creados para trabajar de forma simultánea durante el resto de sus vidas.
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A lo largo de la vida puedes llegar a probar miles de besos, y todos ellos tendrán siempre un sabor diferente. Jamás llegaras a probar uno igual que otro.
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Sus ojos me observaban impacientes, enajenados. Supe sin margen de error que había perdido la batalla. Mi corazón le pertenecía, el mismo que ahora latía con fuerza, sin control ni freno, como si se precipitara con pleno conocimiento hacia un precipicio, con un pie ya en el aire.
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Hoy son pensamientos nítidos, mañana tal vez se difuminen los detalles en el recuerdo.
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¿Cuál es el órgano que trasplantan a Cora?