La palabra sufrimiento viene del latín. Está compuesta por el prefijo “sub”, que significa “abajo”, y “ferre” que significa “soportar”. El sufrimiento es esa fuerza que nos empuja hacia el abismo y que debemos resistir, a veces, durante toda nuestra existencia. Si alguien entiende este tipo de dolor mejor que nadie, ese es Jude, un personaje nacido para ser maltratado por la vida constantemente y que ha logrado traspasar el papel de una manera en que muy pocos lo consiguen. Es por eso que 𝘛𝘢𝘯 𝘱𝘰𝘤𝘢 𝘷𝘪𝘥𝘢 de 𝘏𝘢𝘯𝘺𝘢 𝘠𝘢𝘯𝘢𝘨𝘪𝘩𝘢𝘳𝘢 me ha dejado sin palabras y se posiciona como una de las mejores novelas que he leído últimamente. Es brutal e injusta, una de esas historias que te dejan devastado a más no poder. En definitiva, una perforación continua en el corazón. A través de sus 1004 páginas, la autora te da un respiro con momentos notables de amistad, amor, esperanza o valentía, pero cuando menos te lo esperas te golpea de nuevo con más crueldad. Aun así, 𝘠𝘢𝘯𝘢𝘨𝘪𝘩𝘢𝘳𝘢 tiene una manera de narrar evocadora e intensa; construye perfiles reales e inclusivos de una manera excelente; y trata infinidad de temas (a cada cual más importante) que dejaré que descubráis por vosotros mismos. Preparaos para sentir una marea de emociones y para reflexionar (y mucho), sobre el límite del sufrimiento que puede llegar a experimentar una persona. ¿Cuánto aguante tenemos? ¿Cuál es el alcance de la violencia que nos infligen otros? ¿Es la amistad o el amor capaz de salvarnos? ¿Se puede vivir sin experimentar la felicidad? Todavía me duele cuando lo pienso y, quizá por eso, creo que el libro peca un poco de artificiosidad e irrealidad a la hora de representar tanta tragedia. Como si la autora estuviera empeñada en que los personajes fueran infelices y miserables hasta su último aliento (algunas cosas me sobraban). Es eso... o es que yo intento resistirme a la idea de que exista alguien en este mundo que tenga tan poca vida. En cualquier caso, no puedo decir nada más que no se haya dicho ya. |