Tan poca vida

DNF tras 722 páginas (al 71%)

Ha sido uno de los peores libros que he leído en toda mi vida lectora.

Mucha gente lo define como de torture porn y sí, estoy totalmente de acuerdo. Jude tiene una mierda de vida, desde el momento en que nace hasta el final de sus días (me he autospoileado las páginas que me quedaban, así que sé que hablo con propiedad), desdicha tras desdicha, tragedia tras tragedia, traición tras traición, malas personas tras malas personas. Y sus amigos de la vida adulta tampoco dan ni una, eso es lo que más me ha molestado.

Cada personaje de esta historia tiene un papel, uno solo, llegan a resultar caricaturescos de lo planos que se muestran. No puedo empatizar ni conectar con una historia cuyos protagonistas tienen una única función: Jude sufre y sus amigos sufren por estar a su lado y no saber qué hacer para que deje de sufrir, así que todos se recrean en un ciclo de sufrimiento e infelicidad.

Nadie: ¿Cuántas escenas infelices quieres que tenga tu libro?
Hanya: Sí.

Como a la entrada del infierno en la Divina Comedia, el protagonista al nacer debió de encontrar un cartel de «Abandonad toda esperanza, vosotros los que entráis aquí» porque, desde ese mismo instante, entra en un infierno particular dentro de su vida ficticia.

El principal punto por el que he aborrecido esta novela es la manera en que se trata la salud mental. Hanya coge la psicología y le da una patada, ve cómo da vueltas en el aire hasta que se hunde en el mar más profundo y se da la vuelta con una sonrisa satisfecha para escribir Tan poca vida. Es lo más desastroso que he leído en años y eso que pasé mi adolescencia leyendo libros en los que las situaciones tóxicas, la depresión y la ansiedad no eran más que un cuento para añadir más trama.

Jude se supone que tiene amigos, personas que están ahí apoyándole, queriéndole, ayudándole... pero ¿de verdad lo consiguen? ¿O se calman la conciencia de manera temporal creyéndose que hacen algo? ¿De verdad consideran que pueden conseguir algo cuando pasan los años y las cicatrices en sus brazos no hacen más que multiplicarse? Ah, no, es que por lo menos ha dejado de tener intenciones suicidas, no pasa nada por que su piel se pueda repartir en tiras, su mente sea un rompecabezas sin todas las piezas y sus recuerdos son multitud de minas que desencadenan en acciones autodestructivas. No, por eso no pasa nada, están acostumbrados a que él sea así.

Apenas ha habido un par de veces que le amenazan con ingresarle en un psiquiátrico, luego se excusan de que no pueden obligarle. No sé cómo funcionará la ley en Estados Unidos, pero cuando una persona es un peligro para sí misma y tienes pruebas y más que pruebas, puedes ingresarla de manera no voluntaria. ¿En qué momento queda la amistad cuando con cada recuerdo tu amigo se encierra, huye y deja pasar el tiempo hasta que se te olvidan las preguntas? ¿Hasta dónde se puede estirar una amistad que solo consigue crear una dependencia enfermiza en la que, si uno sale a trabajar, se va a un viaje, deja apenas unos días a Jude en su casa solo con sus circunstancias diarias sus brazos vuelven a estar llenos de nuevas y supurantes heridas? ¿En serio puedes considerarte un amigo cuando ves que tu amigo se está destrozando porque su interior no puede dejar de desgañitarse con el dolor?

En esta novela no hay un límite con el que las personas cercanas a Jude consideran que deben actuar de otra manera. El límite se queda en un punto tan lejano desde el principio que, después, solo sigue estirándose hasta el infinito. No hay límite, solo dolor. Ni siquiera hay momentos bonitos o felices en la novela; no considero los intermedios entre drama y drama, entre recuerdos trágicos y otros recuerdos trágicos algo feliz. Puede que Jude no se autolesione o a veces lo haga menos, pero el mero hecho de leer sus pensamientos, sus dudas con respecto a los demás, su terrible falta de confianza en aquellos que le han demostrado hace años que se la ha ganado, los pensamientos de odio hacia sí mismo, la culpabilidad lacerante, el obligarse a hacer cosas que no quiere porque sino siente que le van a abandonar no para, NO PARA. En cada puñetero capítulo está gritando en cada línea, siempre está de fondo, incluso en un día tranquilo Jude volverá a sus cuchillas porque siente que no se merece esos instantes de calma. NO ESTÁ BIEN.

Y nadie de su alrededor se da cuenta de ello. Bueno, más bien no quieren darse cuenta de que está mal, de que está terriblemente traumatizado, de que no está siendo más que una sombra de lo que es una persona, es una auténtica carcasa vacía que se duele y se muere en vida porque no quiere seguir intentándolo. Y la autora solo consigue que, con cada capítulo, tenga más razones para seguir haciéndolo. ¿Cómo pueden los demás personajes no ser conscientes de que cada herida que se autoinflinge indica que necesita ayuda? ¿Cómo pueden no ver que se desliza por el día a día de manera rutinaria? ¿Cómo pueden creer conocer a alguien que no habla nunca de sí mismo, no solo de su pasado, su presente solo es una colección de detalles cotidianos?

Ni qué hablar de las demás raciones de sinsentidos como que Jude tiene una ansiedad del copón, le aterra pensar lo que otros puedan pensar sobre él, sobre sus decisiones y las palabras que salen de su boca, pero por lo visto es el mejor abogado en siglos de la historia porque se vuelve de piedra frente al estrado. Ah, pero no olvides que, cuando está hablando con un cliente sentado en su silla de ruedas, le entra en terror de pensar que el cliente no le tomará en serio por mostrarse vulnerable.

No sé cuál es el sentido de esta novela. Para mí, no lo tiene. Únicamente me parece una forma de decir que hay personas que solo han nacido para sufrir, que los traumas no se sanan y la única forma de salir es soltando el dolor con heridas y objetos punzantes para que el interior se aplaque solo un poquito. Sin olvidar que los amigos solo van a conseguir que esa persona desdichada encuentre más razones para seguir haciéndose daño. Y, si no lo he entendido, la verdad es que me da igual porque el libro es horrible incluso queriendo buscarle tres pies al gato.

Tengo claro que no volveré a leer a esta autora.