Tan poca vida

Este es uno de esos libros tan especiales que no hay estrellas que lleguen para poder valorarlo. A lo largo de sus páginas alternaremos presente, pasado y futuro de los diversos personajes que la autora nos plantea, JB, Willem, Jude, Andie, Harold... personajes que van alternando su posición bajo el foco para mostrarnos diferentes aspectos de la vida y de lo que supone vivir. El entrelazamiento de sus historias crean una obra que si bien durante mucho tiempo es coral, para mi tiene a un protagonista maravilloso, Jude St. Francis.

Si algo nos queda claro desde el momento en que abrimos el libro es que esta no es una historia más. Aquí no tendremos personajes perfectos, que hagan siempre lo que se espera de ellos, que tengan redenciones a sus actos o que obtengan siempre finales felices porque "deben tenerlos". Esta es una historia en la que se sufre, se ríe, se llora, se emociona y se traspasa la letra escrita para pasar a ser uno más. La forma que tiene la autora de narrar acontecimientos cotidianos y la evolución de los personajes te hace sentirte inmerso en la trama, y de igual forma, en los momentos en los que se tocan temas sensibles, si bien pueden parecen excesivamente crudos, se hace desde el cuidado y la empatía con la víctima.

Tan poca vida, va precisamente de eso, de lo que supone vivir, con sus facetas buenas y malas, con el crecer y hacerse adulto, con lo que implica reflexionar sobre quiénes somos y qué nos hace ser así, sobre valorar cosas a las que no siempre se les da la debida importancia y de querer. de saber quererse, o no saber hacerlo, de querer a los demás más que a uno mismo, o no, de sentirse amado y de desear ese amor. Y sobre todo, es una carta de amor a Jude, porque hay que amar a alguien tan imperfectamente maravilloso que nos muestra uno de los grandes miedos de nuestra sociedad, el creer que ser diferente no te hace merecedor de ser amado.

Colibrí.