Creo que no hay mejor manera de empezar un año nuevo que con un libro de esos que reconfortan y abrazan, que transmiten calidez, esperanza y humanidad. Y es que “Una velada en la librería Morisaki” es, como su antecesor, uno de esos libros que nos dejan el corazón calentito. Plata Editores vuelve a acercarnos al barrio de Jinbocho, un lugar prácticamente mágico para todas aquellas personas amantes de los libros, y en el que entraremos de nuevo en la librería Morisaki y nos reencontraremos con algunos de los personajes del primer libro como Takako, la protagonista, su tío, el dueño de la librería y su esposa Momoko, sin duda el personaje más misterioso y carismático de ambas novelas, y el que más me ha gustado. Si bien todos los personajes están bien construidos y son característicos, lo verdaderamente importante de esta novela radica en la interacción de los personajes entre sí. Los silencios, las conversaciones y sus pensamientos construyen una amalgama de emociones y reflexiones que cautivan y atrapan al lector durante la lectura. La trama, aunque carece de giros inesperados y grandes acontecimientos, tiene como hilo conductor el barrio de Jinbocho y en particular, la librería Morisaki. Toda la novela está envuelta por la magia de los libros y la pasión que los personajes aportan. Y es que tanto la primera novela como ésta son una pequeña oda a las personas que amamos la literatura, y a la literatura en sí misma. En cada página y capítulo se puede apreciar ese aura que envuelve al mundo de los libros y a todo lo que lo rodea. Ha sido una lectura maravillosa y no encuentro mejor manera de haber comenzado el año lector. Una novela amena, que se lee prácticamente sola y que es ideal para esos momentos en los que la vida nos supera y necesitamos una vía de escape y refugiarnos en un lugar cálido y agradable. Un libro para los amantes de los libros, una historia que cautiva y llega al corazón. + Leer más |
Satoshi Yagisawa nos habla de su libro Mis días en la librería Morisaki: https://bit.ly/3lRpvqT
El barrio de las librerías y de las editoriales, paraíso de los lectores. Un rincón tranquilo y ajeno al tiempo, a pocos pasos del metro y de grandes edificios modernos. Filas y filas de escaparates llenos de libros, nuevos o de segunda mano.
Tatako, con veinticinco años y una vida bastante descolorida, no suele frecuentar ese barrio. Sin embargo, es allí donde se encuentra con la librería Morisaki, que ha pertenecido a su familia durante tres generaciones. Una tienda de apenas ocho tatamis en un antiguo edificio de madera, con una habitación en la planta superior que se utiliza como almacén. Es el reino de Satoru, el excéntrico tío de Tatako, que, entusiasta y un poco trastornado, dedica su vida a los libros.
Pero Tatako es el polo opuesto de su tío; no ha salido de casa desde que el hombre del que estaba enamorada le dijo que quería casarse con otra. Es Satoru quien le lanza un salvavidas y le ofrece mudarse al primer piso de la librería. Ella, que no es una gran lectora, se encuentra viviendo en medio de torres de libros que se desmoronan y de clientes que no dejan de hacerle preguntas y de citar a escritores desconocidos.
Entre discusiones cada vez más apasionantes sobre la literatura japonesa moderna, un encuentro en un café con un tímido desconocido y unas revelaciones sobre la historia de amor de Satoru, Tatako irá descubriendo poco a poco una forma de comunicarse y de relacionarse que parte de los libros para llegar al corazón.