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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
08 October 2019
Una de las grandes sorpresas que me llevé el año pasado literariamente hablando fue descubrir a Qiu Xiaolong y su serie sobre el inspector jefe Chen Cao, de la Policía de Shanghai. Ambientada a principios de los años 90, no solo nos adentra en los casos que debe resolver Chen, sino que dibuja a la perfección el lienzo social, político y económico que emergió en la China de aquella época, que aparentemente intentaba abrirse al mundo pero que al mismo tiempo no dejaba entrar al mundo en su territorio. China, su historia y su cultura son la columna vertebral de estos libros. Si al lector que quiera adentrarse en la serie de Chen Cao no le interesa China como país y en todos sus aspectos, dudo que pueda disfrutar de estos libros en toda su magnitud y casi mejor que ponerse con otro tipo de historia. Yo reconozco que estoy muy enamorada de esta serie y de Chen Cao como personaje: lo que es, es.

En Visado para Shanghai han pasado varios meses desde los acontecimientos que se narraron en Muerte de una heroína roja. Chen sigue afianzándose en su puesto de inspector resolviendo casos en los que la política siempre está involucrada de un modo u otro, y él, al que le interesan más bien poco esos asuntos más allá de su obligación de pertenecer al partido comunista por culpa de su trabajo, intenta vadear todo eso como puede. Mientras pasea por el parque Bund, uno de sus emplazamientos favoritos en la bulliciosa y ruidosa Shanghai, aparece un cadáver escondido entre unos arbustos. La víctima es un hombre sin identificación todavía con el pijama puesto que ha recibido siete hachazos, marca inequívoca de la tríada conocida como Hachas Voladoras. No están en su terreno, es una banda mafiosa que suele actuar en provincias, pero sea o no sea suya la marca, las pistas apuntan hacia ella. Todo parece indicar que este será el caso primordial a resolver en la historia, pero no. A Chen le esperan nuevas órdenes.

Y es que Chen recibe un encargo que proviene directamente del Ministro. En Estados Unidos se ha detenido a un ciudadano chino relacionado con la masiva inmigración ilegal china que se está produciendo desde hace unos años. Está dispuesto a colaborar con las autoridades norteamericanas y a entrar en el programa de protección de testigos (si las tríadas le localizan no le dejarían llegar a juicio... vivo, se sobreentiende xD), pero pide que Wen, su mujer, embarazada y que todavía vive en Fujian, se reúna con él en USA. ¿Problema? Que Wen ha desaparecido sin dejar rastro y una agente norteamericana del Departamento de Justicia de Estados Unidos vuela con United Airlines en esos momentos camino de Shanghai para recogerla y llevársela a su país. No solo será responsabilidad de Chen informarle de lo sucedido sino que, mientras se hace cargo de investigar la desaparición y de encontrar a Wen, la comodidad y estancia de la agente Catherine Rohn también recaerán sobre él... y todo siempre con un objetivo (una orden) en mente: dar una buena imagen de China y de su fuerza policial de cara a los norteamericanos.

Cuando reseñé Muerte de una heroína roja os situé (lo mejor que supe y pude) en el contexto en el que se desarrollan estas novelas, y tampoco quiero repetirme demasiado porque la serie consta de muchos libros, pretendo traeros todos los que pueda, y no tiene sentido que os cuente lo mismo en todos ellos. Pero, por otro lado, se hace necesario contextualizar aunque sea someramente la China que se describe en el libro. Estamos en la China de principios de los años 90, es decir, la China post-Revolución Cultural, la china post-masacre de Tiananmén y, por tanto, en la China que quiere lavar su imagen internacionalmente pero sin cambiar gran cosa a nivel interno. Los altos estamentos chinos quieren ofrecer una imagen de país incorruptible y de nación que quiere abrirse al mundo, pero los intereses del partido comunista siguen siendo lo primordial... y tanto el partido como la policía están corruptos.

En este juego está siempre atrapado Chen Cao, que no solo está harto de la política, sino que las dudas que tiene sobre el funcionamiento de su propio país, el Partido y el modo en que funciona todo no dejan de acentuarse. Policía por obligación, porque así lo designaron en el Partido, pero poeta y literato de corazón, no está ciego ante lo que ocurre a su alrededor, lo que entra en confrontación directa con su alto rango dentro de la Policía de Shanghai, un puesto que le obliga a una actividad y unas obligaciones políticas que no comparte en absoluto.

Si algo me quedó claro en Muerte de una heroína roja es que estamos ante novelas policíacas con un componente social e histórico altísimos, de tal modo que todo se entrelaza de una manera que hace imposible entender estas novelas sin la denuncia y el contexto social en que se encuadran. Y, si os digo la verdad, por mucho que adore a Chen Cao, si Xiaolong no me contase todo lo que me cuenta de la China de los 90 y de la propia historia del país que le ha llevado a ese momento concreto de apertura, no disfrutaría ni la mitad de lo que lo hago leyéndolo.

Así pues, si la anterior novela se movía por cauces políticos y sus muchos secretos y esqueletos en el armario, en este se adentra en otros dos enormes problemas sociales en China: por un lado las tríadas, o mafias de gánsteres que, ya sea en las grandes urbes o en las pequeñas poblaciones, obran a su antojo con una más que evidente impunidad que no puede sino provenir de cierta permisividad, colaboración o asociación con los estamentos policiales y políticos. Todo eso se sospecha, claro, jamás podría un funcionario chino realizar una acusación como esa, pero a cada paso que dan tanto Chen y Catherine por un lado, como Yu (el ayudante de Chen) por otro, no deja de confirmarse que hay cierta tolerancia en el asunto, que hay cierta inoperancia voluntaria en el intento de detener a las tríadas por parte de los cuerpos policiales, e incluso comienzan a producirse ciertos accidentes que no lo son tanto y que pretenden asustarlos para que dejen la investigación.

Por otro lado, la migración china camino de occidente. Miles de chinos parten hacia Estados Unidos dejando atrás a sus familias para labrarse un futuro mejor, y eso se percibe incluso en las propias aldeas chinas, donde las casas de calidad, prósperas, las que reciben dinero americano, se distinguen sin problemas de las casas ruinosas y pobres que no reciben dinero extranjero. Aquí también se percibe la dicotomía: al gobierno chino le incomoda dar la imagen de que sus ciudadanos tienen que salir del país para ganarse la vida, pero al tiempo todos esos barcos están gestionados por las tríadas que, como ya he comentado, tienen tentáculos que llegan hasta arriba. al final siempre es un círculo en el que Chen tiene que desenterrar mucha podredumbre haciendo malabarismos para no tocarle las narices a sus superiores... es tan íntegro que jamás permite que los intereses del Partido le impidan seguir investigando, pero al tiempo tiene que tener mucho cuidado de hacerlo todo de tal modo que la imagen del país y de la policía queden a buen recaudo.

Y por si todo esto fuera poco, está Catherine Rohn. Esta agente norteamericana es una apasionada de la sociedad y la cultura chinas, al pisar Shanghai cumple uno de sus sueños, pero eso no quita para que el choque cultural sea inevitable y vea muchas de las cosas que ocurren allí con sus ojos y su mentalidad occidental. Chen está de acuerdo con ella en muchos aspectos, pero su posición y su cargo le obligan a defender las decisiones y la política de su país, lo que hace que se produzcan piques que, sin embargo, no llegan jamás al enfrentamiento. La química entre ellos dos es palpable a pesar de la desconfianza normal entre dos profesionales que deben velar en todo momento por los intereses de sus países por mucho que estén obligados a colaborar juntos. Y aquí tengo que aplaudir a Xiaolong... cualquier otro autor (¿occidental, debería decir?) hubiese llevado la historia por unos derroteros que él evita a toda costa. La relación entre estos dos personajes, sus conversaciones (sobre todo sus conversaciones... simplemente maravillosas) y la confianza que se va estableciendo entre ellos, son sin duda uno de los platos fuertes de este libro. Y qué elegante es este autor, me tiene conquistada.

Visado para Shanghai se desarrolla en muchos aspectos del mismo modo que su antecesora. El tempo de la investigación es pausado, va avanzando, pero de tal modo que el autor pueda ir introduciendo otros muchos temas que a él le interesa tocar y exponer y que son tan importantes y tan relevantes para la trama como la propia línea policial. Mientras, seguimos paseando por Shanghai, seguimos conociendo su pulso, sus rincones, su apertura casi explosiva a un mundo que está también deseoso de conocerla. Chen es poeta y traductor, e igual que en Muerte de una heroína roja, la narración sigue estando salpicada de versos de autores chinos de distintas dinastías, porque ese es el modo en que Chen ve el mundo, el modo en que lo tamiza y procesa. Es un alma sensible y tranquila atrapada en un trabajo impuesto a dedo que le obliga a ver lo peor de las entrañas humanas. Y sobre todo es un hombre recto, honrado, compasivo y muy inteligente que vive atrapado en un mundo político en el que algunas de esas características son totalmente incompatibles.

Ya lo dije al principio. A la serie de Chen Cao no hay que acercarse exclusivamente buscando una investigación policial, hay que sumergirse en él con la intención voluntaria de aprender muchísimas cosas sobre China y su historia social y política, porque ambos aspectos comparten la narración a partes iguales. Son libros muy, muy buenos y muy, muy recomendables, pero también muy particulares en cuanto a tono, cadencia narrativa y manera de afrontar las investigaciones. Yo estoy deseando adentrarme en el siguiente. Ya lo tengo esperando en la estantería.
Enlace: http://inquilinasnetherfield..
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