Una habitación propia

Por fin me pongo con uno de los libros que más llevan pendientes en mi lista, y lo ha estado porque era consciente de lo que iba a leer: Un ensayo sobre la relación que ha existido siempre entre la literatura y las mujeres.
Me ha sorprendido ver que no era solamente sobre eso, las diferencias en cualquier aspecto de la vida entre hombres y mujeres en aquella época eran abismales, pero no me tengo que ir tan lejos. Hija de…, esposa de…, madre de…, eran los títulos a los que hace menos de 50 años en España podía aspirar la mayoría de las féminas. Yo misma veía con estupor cómo mi propia abuela, aún teniendo sus estudios (era una mujer fuera de lo corriente), firmaba una y otra vez como señora de Delgado, sin tener derecho siquiera a su propio nombre desde el momento en que se casó.
Todas las cosas que ahora disfrutamos como humanos, se las debemos a muchas que vinieron antes levantando ampollas entre la sociedad al mostrar las evidencias de todas estas injusticias: Una mujer no podía disponer de sus propiedades, su padre o marido tenía que autorizarlas para viajar, para abrir una cuenta en el banco ¡hasta para poder trabajar!
El título se basa en una realidad: si una mujer no tiene independencia, no se podrá dedicar a otra cosa que no sea la casa y la crianza de sus hijos. Es cierto que hemos avanzado muchísimo, ya no necesitamos un papel en el que nos permitan ser nosotras mismas, y todo se lo debemos a ellas, a aquellas que no se conformaron con ser un apéndice de un hombre, las que lucharon por participar en deportes, escribir, votar, en definitiva, las que pelearon por vivir en igualdad de condiciones con el otro 50 % de la población, aunque al principio lo hicieran en la sombra.
Una lectura que necesita su tiempo, ya que da muchos datos en los que se apoya para dar su opinión, que se convierte en la de muchas más, pero que merece mucho la pena y me parece muy recomendable.