Una habitación propia

500 libras esterlinas al año y una habitación propia, afirma Woolf, son los requisitos previos para que una mujer sea escritora; en otras palabras, los escritores no son necesariamente genios atemporales que se elevan por encima de su época, sino que son moldeados, apoyados o reprimidos por sus condiciones materiales, económicas, sociales y culturales.

Y aunque hoy en día parece obvio que se necesita tener un espacio para escribir, en aquella época las mujeres no lo tenían; ni siquiera tenían un salario en la mayoría de los casos. Los hombres siempre habían tenido esta disposición, la capacidad de tener un lugar para ellos y el dinero. Nunca estuvieron ligados a su esposa o a sus madres, como sí lo estuvieron dichas esposa o sus hijas.

Y creo que a veces olvidamos que muchas de estas cosas no sucedieron hace tanto tiempo. Woolf publicó este libro en 1929 y todavía hablaba de que las mujeres necesitaban hombres de compañía para entrar en cierta en ciertos lugares. Si realmente lo consideramos, el hecho de ver un número elevado de mujeres escribiendo es bastante reciente. Pero, lo que nos queda aún por tener hoy, espero que lo tengamos dentro de cien años, así como ella esperaba que dentro de cien años, las mujeres, pudiéramos tener más.

Si no te has dado un paseo con Woolf por las estanterías, te animo a que lo hagas con esta pequeña joya del feminismo materialista, décadas adelantada a su tiempo.