Orlando

Un gran clásico que me he leído al rebufo de todo el tema censura de varios ayuntamientos gobernados por cabezas cavernícolas, había puesto medievales, pero en el medievo había mucha cultura...y también los cavernícolas tenían su cultura, pero algún simil había que usar.
Me enfrentaba a esta obra con un gran respeto porque con La señora Dalloway no conecté, pero he decir que con Orlando me he enamorado desde la primera página. No podía imaginar que un personaje literario me iba a resultar tan divertid@, enterneced@r, e inolvidable. La prosa de Virginia Woolf es bastante poética, enrevesada y llena de símbolos, y en esta obra lo ha hecho en su máximo esplendor. Me han enamorado sus descripciones de la campiña inglesa, del desierto, de los vestidos, de las situaciones divertidas, de los soliloquios de la protagonista, aunque ha habido momentos en que me han abrumado tantas reflexiones, sobre todo en la última parte. Y el final me ha dejado un poco descolocada.
Para mí es una crítica irónica al estilo biográfico y he querido ver algún que otro guiño de estilo al Quijote. Esa manera de interactuar del narrad@r con el lector me ha resultado bastante familiar.
La Woolf ha querido tocar todos los palos que mueven los sentimientos y el espíritu tanto de hombres como mujeres, y hacernos ver lo que tenemos en común, que no importa el sexo solo la persona. Que el amor es libre y que los roles predeterminados por una sociedad se pueden diluir en la intimidad de una relación. Que la ambigüedad es una opción como otra cualquiera, que no hay que escandalizarse, ni dar explicaciones, tu vida es tuya y de nadie más. Orlando siempre fue, es y será Orlando, independientemente de su sexo siempre es la misma persona.