Richard Woodman fue un experimentado marino que años más tarde se convirtió en escritor. Muy probablemente sea conocido en su isleña patria, pero trascender allende sus mares...poco. Normal. Como buen inglés no desaprovecha la oportunidad para tratar a la armada española (y de paso al país) en el más alto rango del catestismo. Esta amable forma de hacer amigos, por descontado, es directamente proporcional a la venta de sus libros en librerías ubicadas fuera del Reino Unido. Es decir: un don nadie. Puestos los humos sobre las ies, El vigía de la flota es la primera entrega de una saga de 14 novelas que dudo mucho leeré, aunque alguna más caerá pues, todo hay que decirlo, entretenida, es. Drinkwater, protagonista principal de la serie, es un joven marinerito que todo lo hace bien. Embarca en el Cyclops, una fragatilla de 36 cañones, que oye, no está mal, pero tampoco es que sea lo mejor que surcara los mares a finales del XVIII. Durante su periplo por aguas del mediterráneo, se enfrentará a tres barcuchos (español, francés y americano) que por ahí remaban, venciéndolos a todos. Patriotismo y petulancias del autor aparte, el relato que nos ocupa tiene todos los ingredientes comunes a cualquier novela naval y algunas cosas que mejoran la trama. Un enemigo dentro del propio barco y un amor en un solo puerto pueden sonar a cliché y, sin embargo, Woodman les otorga un par de matices que los hace diferentes. El maquillaje, a veces, funciona. La novela aborda temas tan inusuales en el género como la homosexualidad en alta mar y los problemas que acarrea. La acción, además, no se limita al castillo de popa, sino que se usan todas las estancias del barco, que para eso están. La prosa del autor es minuciosa y utiliza todos los términos navales habidos y por haber. Esto, para los que como yo, no sabemos donde está babor o estribor es una zancadilla dentro del área. Penalti. Menos mal que existe Internet para hacerse una mínima composición de lugar. Novela de presentación con argumento flojito y peleas de barrio que sin embargo cuenta con un buen ritmo y entretiene. Eso sí, hay que tragarse un poquito el orgullo. Total, nosotros hacemos exactamente lo mismo con ellos. + Leer más |