Un highlander atormentado

Me hace recuperar la fe en la humanidad ver que aún hay gente capaz de enamorarse de ese modo y entregarse tanto.

Era un Dios. No, era mejor que un Dios, porque era real. Era el pecado convertido en persona.

Que una mujer con aspecto de ángel lo tratara bien o le sonriera era malo. Era muy malo.

Yo jamás engendraré un niño, ni mucho menos me ataré de por vida a otra persona. No perteneceré a nadie, más que a mí mismo.

Sonaba inocente e irreal, pero podía de todas formas pensaba que podía evitarlo.

No puedes detener la vida de los demás. Puedes meterte
meterte en un agujero y negarte a tener las cosas que te mereces, o puedes librarte de todos esos demonios e ir a por la mujer que quieres.

El matrimonio de su hermano había convertido su vida en un infierno.

“Pienso que me encantaría que alguien quisiera hacerme todo eso a mí, aunque sea una sola vez”.

Chloe Leblanc estaba completamente fuera de la lista de mujeres a las que poder follarse y olvidar. Era indiscutible y, aun así, cuando le sirvió su nuevo trozo y se sentó a su lado, su aroma a vainilla removió partes de él que hubiese preferido que se quedaran dormidas.

Esa mujer podía tener cara de ángel, pero por dentro era un pequeño diablo deseando entrar en acción.