La vida es verdaderamente dura cuando a uno le persigue la mala suerte durante mucho tiempo, y uno no puede hacer nada para evitarlo porque las circunstancias vienen así.
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La vida es verdaderamente dura cuando a uno le persigue la mala suerte durante mucho tiempo, y uno no puede hacer nada para evitarlo porque las circunstancias vienen así.
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Ahora se ha realizado por fin el deseo que tenía desde mi infancia: puedo dormir hasta saciarme, puedo dormir todo el tiempo que quiera.
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No había retrete en la casa y en aquella época no tenía todavía una máquina lavadora. Todo esto suponía mucha faena. Pero yo ya sabía antes de casarme que toda esta gente vivía en la casa, y nunca me asustó este tipo de trabajo.
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A mí me hubiera gustado mucho ser enfermera. Cuando una vez le pregunté a mi padre si podría serlo, se puso tan furioso que incluso me pegó.
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Cuando ya estaba dentro del féretro en su habitación, funcionó por vez primera la luz eléctrica en nuestra casa. No llegó a verlo.
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Una dijo una vez en un tono de voz muy alto que ella no era un horno de panificación de donde se sacaba un pan y se metía otro. El cura no le dio la absolución y tuvo que irse así.
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Otra vecina vino para enseñarme a guisar y a remendar la ropa, y a indicarme cómo debía cuidar a los niños pequeños. Yo tenía ocho años.
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Llorábamos porque ya no teníamos a nuestra madre, y acabamos durmiéndonos de tanta hambre y tanta pena.
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Gregorio Samsa es un ...