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Crítica de Yani


Yani
20 March 2018
Relectura febrero 2016 *

Me propuse hacer las reseñas de los libros de Wilde que tengo leídos, así que ahora es el turno de esta obra. Wilde es un genio de la ironía y el humor, sobre todo cuando la aplica a las convenciones sociales. Me parece que las sonrisas cómplices muchas veces son más hirientes que la contemplación del sufrimiento ajeno, hablando de las críticas, por supuesto.

La obra se podría resumir así: dos amigos, Jack y Algernon, se ven enredados en sus propias mentiras cuando inventan identidades falsas para sostener en el campo o en la ciudad. A Algernon en particular eso le va a traer problemas cuando le toque enamorarse. Las situaciones que se generan a partir de esto son muy divertidas (los diálogos también los son) y, como ya había advertido anteriormente, guardan críticas que se entienden sin problemas. Sólo es necesario saber que en la época victoriana se ponía demasiado hincapié en la respetabilidad de las personas (de la puerta de la casa para afuera, claro está) y la obra apunta a la necesidad de crearse una máscara para poder romper los límites sin quedar demasiado pegado. Obviamente, esto repercutía en varios ámbitos de la vida social. Un detalle útil: en las buenas ediciones anotadas está la aclaración del juego entre “Ernest” y “earnest”, cosa que yo no sabía.

Si bien la resolución de la obra me pareció un poco forzada, al estilo de las casualidades de Dickens, es bastante sorpresiva. Sobre los personajes mucho no puedo decir: son simpáticos, pero un poco superficiales. Cecily y su diario íntimo me dieron gracia, al igual que las observaciones de Lady Bracknell sobre el matrimonio. La verdad es que no me puedo quejar demasiado de este libro y eso, para mí, es una buena noticia.

(*) Debería bajarle una estrella porque, al releerla, el choque de casualidades en el tercer acto es tan poco realista que da risa. Aún así, los diálogos chispeantes e ingeniosos no me permiten hacerlo. Lo que sí cambió de mi opinión es lo de la superficialidad de los personajes: se comportan y hablan de esa manera (con Lady Bracknell como estandarte) porque son, efectivamente, representaciones de la clase social que Wilde está criticando. Más de un espectador se debe haber sentido identificado al verla. Las consideraciones de Bracknell sobre el matrimonio derrochan victorianismo y las jóvenes no son más que víctimas de las circunstancias. Cosa que me hace acordar a lo que dice Daisy en El gran Gatsby (aunque sean de siglos distintos, no hay mucha diferencia): "lo mejor en este mundo para una chica es ser bonita y tonta".
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