Joyita. Muchas veces, lo importante de la literatura no es la historia en sí, sino el viaje, y este es uno de esos libros en los que uno se acomoda en el vagón del tren, junto a alguien de lo más interesante, y charla de forma desenfadada y amena de tal manera que el tiempo vuela y el viaje se te queda corto. Y es que las frases de Wilde son para enmarcar, los personajes quedan dotados de un carisma y una personalidad abrumadores, las reflexiones siempre agudas, irónicas, cargadas de críticas veladas y/o críticas desmedidas, como quien no quiere la cosa. Un libro para releer. Un viaje que hay que repetir, de vez en cuando, para acordarse de cómo es la verdadera buena literatura. |