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Crítica de ornito


ornito
20 December 2021
Libro que tuve durante años sobre la repisa de casa, pecando de asumir el saber de qué se trataba, solo por el clásico y breve resumen: «Dorian Gray, ese que se mantenía joven mientras su cuadro envejecía». Cuando en realidad era mucho, muchísimo más.

Hay que tener mucha suerte o ser un genio de la puta madre para que dos siglos más tarde tu obra (muchas) siga siendo considerada un clásico. Y Oscar Wilde se lo ganó.

El retrato de Dorian Gray para mí tiene muchas cosas cuestionables, pero antes de ponerme a romper los huevos con la moral de una novela escrita y ambientada en el siglo XIX, tengo que cerrar el hocico porque no tiene lugar acá.

La premisa es buena y adentrarte a la historia lo es todavía más. Sumergirse en una idea genial de cómo cada uno de tus pecados se ven reflejados en la pintura más perfecta que te ha retratado jamás, mientras físicamente te ves como hace veinte años atrás, cuando cada pincelada clamaba la pureza de tu alma que se fue deteriorando con una rapidez casi indescriptible. No me cabe ninguna duda la fascinación de Dorian y ese morbo de ver segundo a segundo cómo su cara se deformaba como si se tratase de un espejo.

Ser inmune al tiempo, ahogado en la belleza y el placer.

Pero como dice bien claro en el libro, el placer no es felicidad.

Una obra llena de significados y filosofías, trabajado de tal manera que llega a convencerte que el hedonismo es la verdad absoluta. Como dije antes, un clásico de clásicos que hasta podría decir que está adelantado a su época, y eso se ve reflejado en Henry Wotton. Personaje más cínico e hijo de puta, machista, cerrado, cabezota, egocéntrico, morboso en el peor plan, burlón, no es capaz de tomarse algo en serio, subestima a cada ínfimo ser vivo que lo cuestione, tratando a cada individuo que le es diferente como una rata de laboratorio con la que estaría encantado de poder analizar su comportamiento en profundidad, dueño un mal genio incomparable, con la facilidad de exponer cada uno de sus pensamientos como si fuese la verdad absoluta, falto de empatía, encantado con la pureza, excitado a corromperla, no es capaz de escuchar ni de ver la vida más que a través de sus propios ojos. Definitivamente, una persona que ni en pedo me gustaría tener en mi vida. Sin embargo, por lejos, por goleada y sin ningún tipo de contrincante que le roce los tobillos: mi personaje favorito.

Lord Henry Wotton, casi único culpable que, de las 262 páginas del libro, me vi obligada a marcar más de las que me gustaría admitir.

Una obra con maldades llenas de lujuria en la que no se necesitó ni una sola descripción explícita para poder comprender lo que estaba pasando. Deja volar la imaginación sin dejarte ni un cabo suelto. Una preciosidad.

Pero –siempre hay peros–, a gusto personal me hubiese gustado saber mucho más sobre las cosas que iba haciendo el Señor Gray, quizá un poco más de explicación sobre quién era quién y qué les había hecho exactamente a esas personas que de repente lo odiaban tanto. También una buena explicación con lujo de detalles sobre cómo llegó a cumplirse ese deseo tan profundo de Dorian. Y ni hablar de ese terrible capítulo 11 en el que divaga por 11 páginas sobre cómo Dorian estaba fascinado por las cosas materiales sobre las que el tiempo parecía no pasar, entre esas cosas las joyas. Fascinado por la cantidad que tenía la realeza. Que la Reina Elizabeth II, Enrique VIII, Carlos III, Marco Polo, María Antonieta y su hermanita. No terminaba más, casi me tiro por el balcón. Les juro que era Ross con la carta de Rachel: “And you had rambled on for eighteen pages... FRONT AND BACK”.

Por otro lado, puede ser un poquitito pesado de leer debido a su léxico algo arcaico y de la época, pero no es para tanto, el contenido lo vale. En mi caso personal se me hizo más largo de lo que creí, pienso que es porque subestimé la longitud en base a la cantidad de páginas.

Adoré el final de la novela, siendo super simple me dejó embobada releyendo el último párrafo como si necesitase entender algo más, no lo podía soltar, como si no quisiese aceptar que se había terminado.

Amé todavía más la manera en la que quedó por sentado lo imbécil que era Henry Wotton en realidad, creía que lo sabía todo y no sabía nada. Vivía tan en su propio mundo que ni siquiera se daba cuenta de las cosas cuando se las escupían en la cara. Lamentablemente me dejó un sabor amargo el hecho de que él no supiese lo idiota que era. Me hubiese encantado que se quede estúpido después de descubrir que las cosas no eran tanto como él pensaba. Pero bueno, se la vie, hay gente que nace y muere creyéndose rey o reina del mundo sin tener la más puta idea de lo que pasa a su alrededor.

Tristemente es otra obra que en su tiempo también fue censurada, es muy obvio el motivo y me parece una porquería. Si no lo saben no se los wa decir para que la lean.

Religiosamente, apenas terminé de leer me fui a ver la película del 2009 y la verdad... un desastre. Pero no estamos acá para juzgar a nadie (? Me gustó solo por sus detalles en tintes góticos. Y rescato nada más que dos cosas: El cementerio Highgate que en cuanto lo vi, grité, pues #historiapersonal con ese bellísimo cementerio. Y una escena que estuve deseando (deseando con muchísima fuerza) en todo el libro pero que nunca ocurrió y sí lo pusieron en la película.

Estuve leyendo por ahí que la versión original de 1945 está mucho mejor, tal vez debería darle una oportunidad.
Enlace: https://ornellassx7.wixsite...
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