El retrato de Dorian Gray

Clásico inolvidable, El retrato de Dorian Gray luce como nuevo tras más de un siglo de su publicación por primera vez. Como bien se puede apreciar en esta clase de libros, la crítica que esconde tras la historia es más actual que nunca.

Nos encontramos ante una obra breve pero bien construida, a la que no se hecha en falta nada. Sus diálogos brillan como perlas entre bellas descripciones y personajes con rasgos tan humanos que el lector es capaz de empatizar y entrar en el libro como quien entra en una sala llena de gente familiar.

Pero lo que conviene destacar de este libro es esa crítica de la que ya hablaba al principio de esta reseña literaria: la de una sociedad en la que se aparenta mucho, pero se esconde mucho también. Parece que Oscar Wilde hablara de las redes sociales en esta obra imperecedera, y de que solo se muestra nuestra cara buena a los demás, e incluso se aparenta ser mejor de lo que se es. Por otro lado, se esconde en casa, en nuestra habitación, todo lo malo que tenemos, nuestras malas acciones, nuestro mal carácter y toda la fealdad que cada uno tiene. Me parece fascinante cómo se puede ver reflejado nuestro presente representado en una obra de hace más de un siglo. Por eso se considera esta y no otras novelas un clásico, porque podemos sentirnos identificados con ella actualmente, y lo más seguro es que podamos seguir haciéndolo en un futuro, por desgracia.

Una novela, como digo, con un tema muy actual, en un marco incomparable de descripciones y diálogos inigualables.