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Las historias sobre la comunidad negra siempre me dan un bofetón bien fuerte. Dos. Tres. Muchos. Sonoros, de los que dejan marca. Me vienen a la mente, por ejemplo, "El ferrocarril subterráneo", "El blues de Beale Street" o "Matar a un ruiseñor". Pero es que es lo que quiero: que me golpeen en la cara, en el pecho, en el estómago. Sentir ese dolor como síntoma de la injusticia cometida (antes y todavía ahora). No quiero que ese escozor hondo se evapore y huya como una ráfaga fugaz de viento. En esta novela de la que hoy os hablo, Elwood es un niño negro que vive con su abuela y que va creciendo con un enorme sentido de la justicia gracias a los discursos de Martin Luther King Jr., tan apasionados, tan cargados de verdad. Por un motivo, termina recluido en un reformatorio cuyo fin es hacer de esos chicos personas responsables, de provecho. Pero, ¿cómo se puede educar desde ese racismo arraigado tan profundamente como las raíces de un árbol en la tierra?¿Cómo construir una sociedad justa, inclusiva e igualitaria desde el odio y la discriminación? La amistad nace entre Elwood y Turner, otro de los chicos internados en la Nickel, estableciéndose un vínculo, una cuerda que los une sobre la que la supervivencia hace equilibrismo mientras las capas de la Nickel van cayendo para ellos, levantando un polvo tóxico e irrespirable. Basada en la historia real de un correccional de Florida, "Los chicos de la Nickel" me ha gustado mucho. Impacta, aunque algo menos que "El ferrocarril subterráneo" (novela del mismo autor), resultando también menos compacta que esta. Pero suelta sus golpes con la mano abierta para que no me olvide de la desigualdad y el racismo intemporal, para que esas marcas sigan doliendo mientras no sigamos siendo todos iguales independientemente de nuestra raza o nuestra procedencia. El daño por un color. El corsé para que no crezcan las alas. No voleis. El peso de lo injusto lastrando la vida. Y otro sopapo más. Enlace: https://www.instagram.com/p/.. |
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