La máquina del tiempo

La máquina del tiempo llegó a mis manos de una manera curiosa. Había salido a pasear, un largo recorrido (de mi casa a la plaza y de la plaza a mi casa) junto a mi fiel perrita Piru; cuando encontré un libro tirado en la calle. Lo agarré con desconfianza, pero luego de revisarlo, descubrí que estaba intacto a excepción de unas marcas de lápiz. Así que me lo llevé a casa de lo más contenta. No pasaron muchas horas hasta que comencé a leerlo y me gustó.


Este es un gran clásico de la ciencia ficción que ha sido reeditado miles de veces, adaptado al cine, a la televisión, al teatro y a otras obras literarias. Seguramente la idea de una máquina del tiempo te suene y mucho, ya es casi un cliché argumental tanto en este género como en otros. Pero no debemos olvidarnos que La máquina del tiempo de H. G. Wells nació en 1895 e impactó a todos los lectores de su sociedad.


Wells es autor de varias obras iconos de la ciencia ficción: El hombre invisible, La guerra de los mundos, La isla del doctor Moreau. Fue uno de los precursores del género y es reconocido por sus grandes planteos morales sobre la tecnología, la ciencia y los modelos sociales.

La máquina del tiempo es una novela breve, que utiliza el estilo de relato enmarcado (una historia dentro de otra), para narrar los acontecimientos que le suceden al Viajero del Tiempo, primero desde el foco de un espectador y luego en primera persona por el protagonista. Una de las características a señalar es que casi todos los personajes no tienen nombre, más bien funcionan respecto a su título o cargo.


El Viajero del Tiempo tendrá varias incursiones hacia el futuro, pero solo una de ellas será la más extensa: un escenario casi utópico donde los humanos son seres pequeños (como la altura de un niño), que viven comiendo frutas y que visten simples túnicas. Durante todo el día, pasan relajándose, comiendo y disfrutando del paisaje. Pero durante la noche, se esconden en antiguos templos asustados. La imagen de la bella población pronto caerá en desgracia frente a los ojos de nuestro protagonista, un hombre de ciencia del siglo diecinueve.

Con un final abierto y varias reflexiones sobre el futuro que tendríamos según Wells, esta novela se va abriendo despacio y culmina de manera categórica. La edición de Cántaro que tengo, trae un prólogo y un estudio preliminar muy completo que me encantó, además de actividades escolares e información sobre las adaptaciones. Me he entretenido mucho con este clásico, especialmente con la aparición de la dulce Weena.
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