El gran Calvin y Hobbes ilustrado

Gracias a este volumen pude volver a recordar a uno de los personajes que acompañó parte de mi infancia/adolescencia, y, aunque yo era más de Garfield o Carlitos, también me gustaban mucho las viñetas del siempre trasto Calvin y su amigo de peluche Hobbes. En esta nueva edición de Astiberri nos encontramos con las tiras publicadas entre diciembre de 1988 y julio de 1990, y por lo visto es el primer recopilatorio de la nueva serie que tiene intención de sacar la editorial.

Para quiénes no le conozcan, Calvin es un niño de seis años de una capacidad imaginativa desbordante, tanto que su mejor amigo Hobbes es en realidad un tigre de peluche. Lo que más parece gustarle a Calvin, además de compartir cada momento con Hobbes, es sacar de quicio a sus padres, aunque como la realidad la vemos a través de los ojos de Calvin, quiénes parece que quieren sacarle de quicio son ellos a él, por eso de tener que ir al colegio, recoger su cuarto, bañarse, etc.

En las tiras de Calvin vemos un poco su día a día, cómo se evade mentalmente en el colegio y se imagina vagando por el espacio o viajando al pasado a ver dinosaurios, el modo que tiene de escabullirse para no hacer los deberes o no hacer ni caso a sus padres, la asociación que crea con Hobbes (que se llama A.S.C.O., “Asociación Sin Chicas Obtusas”) para fastidiar a su vecina Susie, sus siempre alocados planes para luchar contra los extraterrestres, sus caras de asco frente a la comida, etc., es decir, todas las cosas que podrían pasarle a cualquier niño del planeta tierra.

Lo que más me ha sorprendido en esta relectura es descubrir otro nivel de profundidad en las viñetas, no solo por aquellas en las que Calvin hace reflexiones sobre la vida que parecen completamente de adulto (pero vistas a través de los ojos de un niño), sino también porque el mundo imaginario que crea Calvin es también una respuesta a una realidad que no termina de gustarle (estudiar, los matones del cole, las obligaciones), en la que además le he descubierto un poco solo (Carlitos, aún siendo un pringado, por lo menos tenía amigos). En cualquier caso, creo que lo que hace tan especial a Calvin y Hobbes es que hay en sus tiras algo universal que todos podemos compartir leyendo sus aventuras.