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Si bien debo decir que desde el principio me enganchó gracias a una narrativa ágil y fresca, e incluso original, puesto que la voz narrativa en primera persona de su protagonista es en realidad una carta que le quiere enviar a un abogado, al final es un thriller que se desinfla, dejando cabos sueltos. La trama trata de una chica joven, Rowan, que consigue un trabajo como niñera en una casa a las afueras de un pueblecito de Escocia y a quien, casi nada más llegar, la dejan sola con tres niñas, puesto que los padres, que son arquitectos, se van de viaje. La atmósfera está muy bien lograda, pero hay un exceso de descripciones sobre la tecnología punta de la casa que la hace larga y pesada. Aun así, mantiene el interés del lector hasta el final para ver qué sucede, puesto que desde el principio sabemos que una de las niñas ha muerto y Rowan está en prisión por asesinato, pero hasta el final no sabemos de quién se trata ni quién fue realmente. La resolución es coherente; sin embargo, la atmósfera fantasmal que en un principio está tan bien lograda, consiguiendo ponerte los pelos de punta y meterte en situación, desaparece. Hay un par de giros que no ves venir y que a mí, personalmente, me han encantado dejándome con la boca abierta, pero al final me he quedado con la pregunta de ¿qué fue de nuestra protagonista? Bajo mi punto de vista, en ese sentido no se resuelve muy bien. Pese a todo, es un thriller entretenido. |
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