El color púrpura

Ganadora del premio Pulitzer en 1983, “El color púrpura” se ha convertido ya en todo un clásico moderno, merecedora de excelentes críticas y una de las lecturas más recurrentes para el #blackhistoryjuly.

Ambientada en el sur de Estados Unidos durante la primera mitad del s.XX, nos narra en formato epistolar la historia de Celie, una joven afroamericana que sufre abusos por parte de su padre y que, además, es obligada a casarse con un hombre al que apenas conoce. Esta situación conllevará la separación de su hermana Nettie, la única persona con la que tiene un verdadero vínculo.

Pese a ser una historia totalmente desgarradora, colmada de abusos e injusticias hacia la comunidad negra en general, y hacia las mujeres en particular, no se regodea en el drama. La protagonista toma cierta distancia a la hora de relatar su propia historia, sin mostrar autocompasión, aceptando la vida que le ha tocado vivir pero con la esperanza de volver a reencontrarse con su hermana.

En mi opinión, esa “distancia emocional” que toma la narración es debida también en parte a la forma en que está escrito. En sus cartas, Celie, una mujer sin formación y con escasos recursos, construye frases sencillas, sin florituras, va directa al grano. Aunque reconozco el mérito de la autora de simular la forma de escribir del personaje, en mi caso el formato epistolar me ha causado cierto distanciamiento emocional de la historia, cuando precisamente debería haberme acercado más al sufrimiento de la protagonista.

También aparecen otros personajes que tienen mucho peso en la historia y en la evolución de la propia Celie, pero ninguno de ellos me ha dejado huella, ni he llegado a creerme las relaciones que se establecen entre ellos.

En definitiva, es una gran historia de denuncia social que retrata muy bien la herencia que dejó el sistema esclavista, pero que no ha conseguido conmoverme como me habría gustado.