El color púrpura

El color púrpura, una historia dura, cruel, pero a la vez tierna. Una historia de las que desgarran el corazón, pero que termina con un agradable sentimiento de esperanza. Una historia de mujeres, de superación y de crecimiento personal a lo largo de más de 30 años, en un mundo donde el machismo, el racismo y el clasismo campean a sus anchas.

Ganadora del premio Pulitzer en 1983, narra la historia de Celie, una mujer negra, analfabeta y pobre del sur de Estados Unidos en los duros años 20 del siglo pasado. Violada por su padre, vendida en matrimonio, ninguneada y maltratada, Celie subsiste en un mundo de hombres gracias y por las mujeres que la rodean. Y es que mientras los personajes masculinos de esta historia son difusos y se desdibujan, son las mujeres las grandes protagonistas de esta novela, valientes, fuertes, poderosas, no dudan en rebelarse contra la estricta religiosidad y moralidad imperante, la amistad y la sororidad son su bandera.

Escrita en forma de diario y epistolar, la novela se nos escapa de las manos mientras conocemos, a través de las cartas que dirige a Dios, la historia de Celie, y a través del intercambio de cartas con su hermana Nettie, misionera en África, la crudeza que supuso el colonialismo inglés de principios del siglo XX en el continente africano. La autora no escatima en crítica social, e incluso en tocar, con total naturalidad, temas como el lesbianismo, la prostitución o la separación matrimonial.

El lenguaje está muy logrado, es sencillo, aniñado al principio, más maduro al final, evoluciona con los protagonistas y se adapta a sus personalidades, aunque he de reconocer que quizá me chirriaron un poco ciertas expresiones e ideas a la hora de encajar con personajes que tienen en su mayoría una educación escasa y son de extracción social baja.

Destacar la adaptación cinematográfica que Spielberg realizó en 1983, bajo la estricta supervisión de la autora, que exigió que más de la mitad del reparto fuesen mujeres y otro tanto afroamericanos. Nominada a 11 Oscars, tuvo la mala suerte de venirse de vacío al tener que competir contra Memorias de África.

“Eres pobre, eres negra, eres mujer. Vamos que no eres nada”.