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EL COLOR PÚRPURA» ; Alice Walker Iba con una idea preconcebida sobre este libro, pensaba que únicamente trataba sobre violencia doméstica, y sin embargo la temática cubre un abanico tan amplio que sorprende y se agradece. La vida puede resultar muy dura para algunas personas, y es demoledor a nivel emocional ver cómo, gente, en apariencia sencilla y sin apenas educación, es capaz de sacudirse la mierda y el barro de las caídas, alzar la barbilla y seguir caminando. Racismo, una extraña graduación por niveles del color de la piel,discriminación entre clases, prejuicios, violencia, machismo, violación, privación total de libertad y decisión. Es una historia dura, de una soledad infinita por momentos; y aunque no nos enseña la mejor opción a seguir, sí que nos plantea que hay distintas maneras de luchar, aunque a veces se confunda con patética resignación. Las herramientas están ahí y cada uno las usa como quiere, como puede o como le dejan. La supervivencia es algo innato en cualquier ser vivo, y las maneras de desplegarla son infinitas. Celie se levanta cada mañana y sigue su rutina cotidiana, sin quejas y sin pausa. La vida no parece herirla a pesar de que la fustiga miserablemente. Ella sigue cumpliendo sus funciones, una tras otra, como puntos invisibles que le marcan el paso. La rutina es un gran motor si te apoyas en ella para no oxidarte ; pero es un arma de doble filo, pues una vez horadado el camino, es más complicado saltar la linde. La importancia de las letras, de sacar fuera eso que bulle y aprieta; la importancia de la fe, sea la que sea; y la vista puesta al frente, observando, escuchando e intentando siempre cambiar nuestro entorno. El personaje de Celie me ha parecido sobrecogedor, de un aguante sobrehumano. Pero consiguió darle la vuelta a su mundo con la ayuda de otras mujeres: Shug y el amor y la admiración que sentía hacia ella, la esperanza y la fe depositada en su hermana Nettie y el fiero temperamento de Sophie. Es una historia de aprendizaje individual y colectivo, de fuerza y superación. Pero quizás lo que más me ha impresionado es la capacidad o el don de perdonar, lo que supone sin duda, la mayor de las liberaciones. |
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