En la Tierra somos fugazmente grandiosos

Ya podréis imaginar con este título que se trata de una novela especial y diferente. Y es así tanto por su narración como por su historia.

Con una prosa poética emocionante, detallista e íntima, Vuong nos presenta al joven apodado Perro Pequeño y sus confesiones.
Toda la novela está narrada en forma de una larga carta que el chico escribe a su madre; sin embargo, él sabe que jamás la leerá, pues nunca aprendió a hacerlo. Así, lo que realmente tenemos entre manos es más un diario del joven en el que nos comparte algunos de los pequeños grandes momentos de su vida y, sobre todo, sus sentimientos, sus emociones y su forma de ver el mundo a través de los ojos de un niño vietnamita criado en suelo estadounidense.
Las barreras culturales resultan palpables en el testimonio de Perro Pequeño, donde el racismo y la búsqueda de la propia identidad protagonizan la primera parte del libro.

En su segunda mitad, el niño crece y tiene que enfrentarse al impacto que le supone sentirse atraído por otro chico: Trevor. Pero juntos descubren su sexualidad e intentan encontrar su lugar en un mundo que no los acepta y cuya represión les ha dejado importantes huellas psicológicas.
En este sentido, el personaje de Trevor es muy interesante, pues muestra la lucha interna de una persona que se ve a sí misma como una aberración .

Más allá de la homofobia y racismo, los grandes temas recurrentes en esta novela son la familia, el amor y, como no podía ser de otra manera, la fugacidad de la vida, la naturaleza efímera de la existencia y la importancia de buscar la belleza en los pequeños momentos.

Toda esta vorágine de sentimientos se van narrando de escena en escena, hacia delante y hacia atrás en el tiempo, tal y como Perro Pequeño parece recordarlos a medida que escribe. Y esto también hace de la lectura una experiencia diferente que combina momentos cotidianos con otros emotivos y sí, muchos dolorosos.