En la Tierra somos fugazmente grandiosos

“En la tierra somos fugazmente grandiosos” es la primera novela de Ocean Vuong. Esta novela con un fuerte carácter autobiográfico conoceremos de primera mano la historia de Perro Pequeño. Nuestro protagonista, le contará a su madre analfabeta todo lo que ha sentido, todo lo que ha vivido a lo largo de los años por su condición de: 1. Inmigrante Vietnamita 2. Homosexual. Todo esto aderezado con una madre que debido a los desastres de la guerra tiene una relación complicada con su hijo, además de un marido encarcelado por violencia machista.
Como podéis ver, ya hasta el propio nombre de nuestro protagonista tiene un significado y sentimiento profundo. En esta novela nos encontramos de todo un poco tipo de padeceres y en su mayoría explicadas sin pelos ni señales. Hay guerra, hay violencia de genero, hay drogas y hay muerte. Por todo esto no es un libro que cualquier persona pueda leer.
Pero a pesar de esto, es una novela con buenos momentos, con ciertos puntos de esperanza que te enseña que a pesar de las adversidades hay que ser fuerte y nunca perder la esperanza de salir a flote. Hay una frase que me encanta de este libro:
“Todo este tiempo me decía a mí mismo que habíamos nacido de la guerra, pero estaba equivocado mamá. Nacimos de la belleza”
Debo admitir que, la novela no sigue un hilo temporal continuo sino que va alternando de un párrafo a otro de un recuerdo a otro. Cosa que para mí, complica un poco la lectura y no perder el hilo.

¿Qué le diríamos a nuestra madre si tuviéramos la oportunidad de escribirle una carta? ¿Cómo diríamos que la violencia y el amor se alternan continuamente como remitente y destinatario? ¿Y cómo expresar en un lenguaje que no compartimos, todo lo que un hijo solo es capaz de comprender desde la liberación de ese lenguaje?

Vuong nos presenta un libro-carta en la que conoceremos la vida y, sobre todo, el sufrimiento de un joven de origen vietnamita-estadounidense y su entorno más íntimo, su madre y su abuela.

Es un libro donde hay muchísima poesía, sin dejar de ser una historia sobre inmigración, identidad, valentía, ternura, tristeza... y un largo etcétera de adjetivos que se ahogan en el profundo mar de la voluptuosidad de ese lenguaje que Vuong enarbola como patria, pero también como isla desierta.

Alejarse de uno mismo es acercarse al dolor del otro, pero querer hacerlo con la escritura como regalo es una voluntad firme del acercamiento entre los diferentes universos íntimos que componen un núcleo que no solo es familiar, sino vital.

El protagonista de la historia es un fragmento roto, no es una persona completa porque depende del recuerdo y de la relación con los demás. El amor le muerde las manos, la clavícula, es el dedo que acaricia el resquicio del miedo que anida en la vértebra del otro. El amor es pérdida, porque todo lo que queremos está condenado a desaparecer, pero es ganancia también, porque somos los nombres que le damos a lo que hemos amado.

Este libro ha venido a mí en un momento donde andaba un poco perdida entre demasiada "autoficción desmedida" sin trama, personajes o voluntad de contar algo que vaya más allá del territorio del yo. En esta novela hay un yo, pero también hay una línea que seguir, aunque a veces sea difusa o serpentee entre la porosidad de la memoria y la opacidad de lo que ya no se puede recuperar.

Parece una obviedad decir que un libro está compuesto de palabras, pero en el caso de esta novela cobra especial relevancia. Porque cada palabra que Vuong incorpora a su discurso es una hondonada de ese dolor por saber que solo somos un segundo, un segundo que retumbará eternamente en el instante en que aún seguimos vivos.
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Un libro que llama la atención ya solo con esa portada tan ¿rara?.
El autor del libro suele escribir poesía, y quizá en este libro se le ha notado demasiado esa manera de escribir, anteponiendo la historia que quería contarnos, es decir que se ha centrado mucho en como contar la historia olvidándose un poco de esa historia.
Un libro que se basa en la vida de un emigrante de Vietnam tras vivir en Estados Unidos, y que se basará en una carta que escribe a su madre, una madre analfabeta, y sabiendo que nunca la leerá, escribe todas sus experiencias, todo eso que no contamos por miedo, esas cosas que no se dicen…
Nos contara su historia, sin ningún tipo de tapujo, una vida dura, y sin dejarse nada que decir, temas sobre las drogas, recuerdos de su infancia, maltrato por parte de su madre, el amor que siente por su abuela, bullying, sus primeras relaciones con un chico tras darse cuenta que es homosexual…
Asique es una historia dura, aunque las he leído peores, y que tiene un trasfondo muy interesante, como la guerra de Vietnam con su abuela, la inmigración de su madre a Estados Unidos, y toda su infancia…
Un libro corto, quizá demasiado, donde me hubiera gustado que profundizara más tanto en esa guerra de Vietnam, un libro con muchas reflexiones sobre la vida, el amor, la familia…

Un libro bello pero cruel, con luces y sombras, como la vida misma. Una historia de ficción, pero sumamente creíble y cercana a la realidad. Una novela de las que se disfrutan y te hacen pasarlo un poco mal a la vez.

La historia del protagonista, un hijo de vietnamitas que viven en EEUU, que no solo se siente diferente por fuera, sino también por dentro, llega no solo al corazón, sino también a las entrañas. Maltratado por su madre, también lo es en el colegio por sus compañeros por ser diferente, por tener un color de piel y unos ojos distintos a los de los demás. Cuando comienza a darse cuenta de que es gay lo intenta ocultar porque sabe que es una piedra más en la mochila, y ya pesa demasiado.

Pero no todo el mundo es malo. Trevor, un chico norteamericano de los pies a la cabeza, se da cuenta de lo que él vale y empieza a ser su amigo, aunque para aceptarle tenga que aceptarse primero a sí mismo.

La narración es tan bonita que a veces recuerda a la poesía. Con un par de frases hechas con palabras simples expresa mucho. Me ha parecido un texto bello, pero también es muy duro. A lo largo de toda la carta, el dolor que muestra el protagonista y los demás personajes es tan duro que estás deseando que cambie algo, que haya un giro en los acontecimientos para que todo mejore.

Racismo, homofobia, drogas y alcohol se mezclan en la vida de Perro Pequeño, como lo llama cariñosamente su abuela, y dan vueltas a su alrededor, creando una atmósfera apabullante de la que parece que no hay salida. Porque, para algunos, la vida comienza siendo difícil y lo sigue siendo hasta el final.

Nos encontramos ante la primera novela de Ocean Vuong (hasta ahora había escrito poesía, y se nota), inspirada en sus propias vivencias íntimas, lo que nos hace preguntarnos hasta donde llega la realidad de sus páginas.

Ante todo, es un libro para leer despacio, saboreando las palabras, y visualizando lo que nos describen.

El autor nos cuenta la historia por medio de imágenes pintadas con pinceladas pequeñas y concisas, provocando sensaciones intensas en el lector.

Me ha resultado muy interesante ver la dualidad de los sentimientos entre el niño y su madre, cómo a pesar del maltrato (quizá producido por lo sufrido en la guerra) siempre se ve reflejado el cariño mutuo que sienten.

La historia en sí misma es dura, pero la forma de narrarlo tan hermosa y delicada hace que lo parezca menos. Mientras se lee no se sufre tanto (quizá al saber que toca tantos temas sensibles, esperaba pasarlo peor), pero si nos paramos a pensar lo que nos cuenta se ve la crudeza de la historia escondida tras la prosa.

No solo es la historia del narrador, si no también de su madre, incluso de su abuela, aunque un poquito en menor medida, de dónde vienen, por lo que han pasado y cómo han llegado a ser lo que son.

Los saltos temporales son continuos y repentinos, muchas veces no sabemos de qué momento nos está hablando, lo que hace difícil seguir la historia. Da la sensación de que la narración son escenas sueltas que acaban formando un todo al armar el puzzle.

Es un libro que cala mucho y muy hondo, que hace pensar, pero sobre todo que hace sentir. Una lectura muy recomendable.

Este libro nos presenta la emotiva carta de un hijo a su madre, ella nunca podrá leerla y esa es la razón por la que él se desahoga y relata todo lo que nunca se atrevió a contar.
Nos habla de una familia vietnamita que tuvo que marcharse de su país de origen por la guerra. Ahora nuestro protagonista vive en Connecticut y viviremos con él lo duro de ser inmigrante, añadiendo la difícil relación que tiene con su madre, la que lleva a una vida de abusos y falta de cariño, también conoceremos su primer amor y el renacer de su sexualidad.
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Este libro no es apto para todos los lectores por los temas sensibles que trata como el abuso, el maltrato, las drogas, la homofobia, entre otros.
Aún así no me ha resultado tan duro como esperaba, pero sí cruel y desagradable en algunas ocasiones, la narración poética del autor ha ayudado en este aspecto.
Dicho esto quería destacar la fortaleza de nuestro protagonista, perro pequeño nos da una lección de optimismo y valentía, también la relación que tiene con Trevor, creo que este ha sido uno de los puntos claves en la historia. Y como no mencionar a esa abuela que protege a su nieto, dándole las esperanzas cuando más las necesita.
Como punto negativo diré los saltos de tiempo que me han trastocado varias veces.
Una historia con gran carga emocional, escrito de manera impecable y una historia que nos deja muchas reflexiones.

-¿No es la cosa más triste del mundo, mama? ¿Una coma forzada a ser un punto?

Está novela es una especie de carta muy íntima que Ocean Voung le escribe a su mamá, que es analfabeta y vietnamita, por lo cual, dicha carta ella nunca la leerá, ya que nunca aprendió a leer el idioma inglés. Su mamá que atravesó la guerra en Vietnam, que le ha dejado rabia y violencia imposible de contener, la cual termina descargando con su hijo.
Esta carta representa un poco todo lo que el hijo quiere pero no puede decirle. Menciona relatos de su niñez, violencia, el despertar sexual, un amor prohibido, historia familiar, la guerra y más.

🦌 Ocean Voung definitivamente es un poeta. La novela está escrita con palabras que embellecen lo que va contando, y nos envuelven en un ambiente lleno de imágenes tiernas y también otras muy dolorosas.

🦌 Me disfruté mucho esta novela, aunque por momentos me sentí un poco abrumada. Siento que si se logra empatizar con el autor, esta novela se puede sentir como un abrazo al alma.

En la tierra somos fugazmente grandiosos, de Ocean Vuong, es de esos libros que llevaba queriendo leer ya un buen tiempo pero que no se había cruzado hasta el momento en mi camino.

Una novela especial por lo que cuenta y por cómo lo cuenta. En esta primera obra, el autor "se abre en canal" y nos deja esta historia llena de sentimientos, los de un personaje un poco marginado que va descubriendo la vida en su adolescencia.

Entre sus páginas encontraremos amor, amistad y familia entre otros temas, aderezados con una pluma muy poética, sobre todo en ciertos capítulos de los que reconozco que son los que menos me han gustado, pero que sé que para los que os guste este tipo de narración os va a encantar.

Una historia con la que, aun no tocando muchos temas afines a mí, he conectado mucho. Sus personajes también me han transmitido mucho y me han parecido en algunos casos brillantes; no hay demasiados tampoco, pero están muy bien dibujados en mi opinión.

En fin, una novela que me ha gustado mucho y que no puedo más que recomendaros.

Ya podréis imaginar con este título que se trata de una novela especial y diferente. Y es así tanto por su narración como por su historia.

Con una prosa poética emocionante, detallista e íntima, Vuong nos presenta al joven apodado Perro Pequeño y sus confesiones.
Toda la novela está narrada en forma de una larga carta que el chico escribe a su madre; sin embargo, él sabe que jamás la leerá, pues nunca aprendió a hacerlo. Así, lo que realmente tenemos entre manos es más un diario del joven en el que nos comparte algunos de los pequeños grandes momentos de su vida y, sobre todo, sus sentimientos, sus emociones y su forma de ver el mundo a través de los ojos de un niño vietnamita criado en suelo estadounidense.
Las barreras culturales resultan palpables en el testimonio de Perro Pequeño, donde el racismo y la búsqueda de la propia identidad protagonizan la primera parte del libro.

En su segunda mitad, el niño crece y tiene que enfrentarse al impacto que le supone sentirse atraído por otro chico: Trevor. Pero juntos descubren su sexualidad e intentan encontrar su lugar en un mundo que no los acepta y cuya represión les ha dejado importantes huellas psicológicas.
En este sentido, el personaje de Trevor es muy interesante, pues muestra la lucha interna de una persona que se ve a sí misma como una aberración .

Más allá de la homofobia y racismo, los grandes temas recurrentes en esta novela son la familia, el amor y, como no podía ser de otra manera, la fugacidad de la vida, la naturaleza efímera de la existencia y la importancia de buscar la belleza en los pequeños momentos.

Toda esta vorágine de sentimientos se van narrando de escena en escena, hacia delante y hacia atrás en el tiempo, tal y como Perro Pequeño parece recordarlos a medida que escribe. Y esto también hace de la lectura una experiencia diferente que combina momentos cotidianos con otros emotivos y sí, muchos dolorosos.

"Déjame volver a empezar.

Querida mamá:

Escribo para llegar a ti, aunque cada palabra que escribo sea una palabra más lejos de donde estás".


¿Cuándo alejan las palabras? Cuando con ellas tomamos conciencia de la realidad. "Eres una madre, mamá. Y también eres un monstruo", con cada fragmento de esa niñez de maltrato, Perro Pequeño se aleja más de su madre. Quiere entenderla y que nosotros, lectores anónimos, no la juzguemos con dureza, sino con el vacío emocional con que lo hace él. A ella le sucedió esto, esto me hizo a mí y por eso yo soy así, punto. En algunos momentos habla del niño que fue en tercera persona, puede parecer que es por el dolor, pero creo que hay culpa, de alguna forma se culpa de no haber sido diferente, más fuerte, menos sumiso. "La libertad no es más que la distancia entre el cazador y su presa".

Cada personaje marcó un rasgo de su personalidad, Trev, no es un gran amor perdido, solo es alguien que le descubrió una parte importante de sí mismo, "la sumisión es también una forma de poder".

Es una historia escrita sin tapujos ni dobleces, las drogas, el alcohol y el sexo marcan toda una adolescente de vacío "vivir, es una cuestión de tiempo, de momento oportuno".

El autor se busca así mismo en esta carta, por qué es cómo es, "Me invadió una súbita ternura por Trevor, un sentimiento tan insólito en mí...".

Al terminar revolotean unas cuantas preguntas, ¿por qué escribe esta carta si su madre no puede leerla? ¿De qué quiere dejar constancia? "Aprendí que el precio de confesar algo es que te respondan" y ¿si la respuesta viene de dentro? Un ejercicio duro de reconciliación y comprensión hacia sí mismo, "lo superaré todo, ya que mi voluntad es más fuerte que mi miedo a vivir". "doy la vuelta para ver a ese chico jadeante, para perdonarle...".

He disfrutado muchísimo con esta lectura, de las mías como dice mi amiga Mayka.