En la Tierra somos fugazmente grandiosos

"Déjame volver a empezar.

Querida mamá:

Escribo para llegar a ti, aunque cada palabra que escribo sea una palabra más lejos de donde estás".


¿Cuándo alejan las palabras? Cuando con ellas tomamos conciencia de la realidad. "Eres una madre, mamá. Y también eres un monstruo", con cada fragmento de esa niñez de maltrato, Perro Pequeño se aleja más de su madre. Quiere entenderla y que nosotros, lectores anónimos, no la juzguemos con dureza, sino con el vacío emocional con que lo hace él. A ella le sucedió esto, esto me hizo a mí y por eso yo soy así, punto. En algunos momentos habla del niño que fue en tercera persona, puede parecer que es por el dolor, pero creo que hay culpa, de alguna forma se culpa de no haber sido diferente, más fuerte, menos sumiso. "La libertad no es más que la distancia entre el cazador y su presa".

Cada personaje marcó un rasgo de su personalidad, Trev, no es un gran amor perdido, solo es alguien que le descubrió una parte importante de sí mismo, "la sumisión es también una forma de poder".

Es una historia escrita sin tapujos ni dobleces, las drogas, el alcohol y el sexo marcan toda una adolescente de vacío "vivir, es una cuestión de tiempo, de momento oportuno".

El autor se busca así mismo en esta carta, por qué es cómo es, "Me invadió una súbita ternura por Trevor, un sentimiento tan insólito en mí...".

Al terminar revolotean unas cuantas preguntas, ¿por qué escribe esta carta si su madre no puede leerla? ¿De qué quiere dejar constancia? "Aprendí que el precio de confesar algo es que te respondan" y ¿si la respuesta viene de dentro? Un ejercicio duro de reconciliación y comprensión hacia sí mismo, "lo superaré todo, ya que mi voluntad es más fuerte que mi miedo a vivir". "doy la vuelta para ver a ese chico jadeante, para perdonarle...".

He disfrutado muchísimo con esta lectura, de las mías como dice mi amiga Mayka.